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Emilio J. González

Cuando lo que puede ir mal va peor

Si la crisis ya está golpeando aquí con bastante más dureza e intensidad que en el resto de la UE, la debilidad estructural de nuestra economía va a hacer que el impacto de esos incrementos de tipos sea mucho más importante por estos pagos que en otros Es

La subida a máximos históricos que está registrando el Euribor, el tipo de interés de referencia para las hipotecas y su revisión, augura nuevas dificultades para la economía española. El movimiento al alza que viene registrando a lo largo de los últimos días está anticipando un escenario de inflación, como consecuencia del encarecimiento del precio del petróleo y los alimentos, que va a obligar al Banco Central Europeo a subir los tipos de interés. De hecho, el presidente del BCE, Jean Claude Trichet, ha anunciado recientemente que en julio empezará a subir los tipos.

Este endurecimiento de la política monetaria viene en un mal momento para la economía europea y, sobre todo, para la española. El crecimiento económico en la UE apenas se sostiene mientras España probablemente ya está en recesión, de acuerdo con los últimos datos económicos y con el informe al respecto que acaba de publicar el banco de negocios suizo UBS. Una subida de tipos de interés en estos momentos provocará, con toda probabilidad, nuevas caídas del crecimiento o, en el caso español, una profundización todavía mayor de la crisis económica. Por ello, el Fondo Monetario Internacional recomendó recientemente al BCE que no subiera los tipos. Pero una cosa son los buenos deseos y otra la realidad, y la realidad es que la Unión Europea empieza a tener problemas de inflación, que no van a desaparecer de la noche a la mañana, lo cual exige incrementar el precio del dinero para evitar males todavía mayores.

Lo malo de estos movimientos del Euribor, y del cambio de sesgo en la política monetaria del BCE, no es sólo que vengan en unos momentos de debilidad del crecimiento económico; es, también, que se producen cuando la crisis financiera internacional todavía está vivita y coleando y, en consecuencia, el crédito sigue siendo escaso en los mercados internacionales, lo que está dificultando la financiación de la economía y repercutiendo de forma negativa en el crecimiento y el empleo. La subida del Euribor, como la que va a seguir de los tipos del BCE, va a echar todavía más leña al fuego. Y es que estamos en una situación, sobre todo en España, en la que todo lo que puede ir mal va mal, o incluso peor, sin que nadie dé una respuesta política al respecto.

Pocas cosas podrían ser peores para la economía española. Si la crisis ya está golpeando aquí con bastante más dureza e intensidad que en el resto de la UE, la debilidad estructural de nuestra economía va a hacer que el impacto de esos incrementos de tipos sea mucho más importante por estos pagos que en otros Estados miembros de la UE. Aquí las familias ya están con el agua al cuello para llegar a fin de mes y lo único que anticipa el Euribor es que lo van a pasar todavía peor con el pago de su hipoteca, a lo que hay que añadir la subida de la luz, del petróleo, de los alimentos y de todo cuanto se está encareciendo como consecuencia de ello. Con las empresas va a empezar a ocurrir tres cuartos de lo mismo, todo lo cual provocará más caídas del crecimiento y más aumentos del paro, deteriorando aún más si cabe los presupuestos públicos, llevándolos al déficit.

La situación de nuestra economía, por tanto, se complica cada vez más y de forma muy grave, no solo por la naturaleza de la crisis sino porque varios años de parálisis en la política económica no han preparado a nuestro país para afrontar lo que en parte se veía venir –el estallido de la burbuja inmobiliaria, el encarecimiento del petróleo– y lo que en parte nos ha cogido por sorpresa –la crisis de las hipotecas subprime, la subida de los alimentos–. Lo que no sé es dónde van a encontrar agujeros los españoles para seguir apretándose el cinturón, porque a muchos ya no les quedan.

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