A perro flaco todo se le vuelven pulgas y al Gobierno de Zapatero parece que todo se le pone en contra en materia de economía. El Ejecutivo, que confió en el buen estado en que el PP dejó la economía y en una recuperación de la actividad productiva de la Unión Europea que no se produce, ahora se encuentra con que todo se le puede venir abajo, como en el cuento de la lechera.
El problema fundamental al que se puede enfrentar la economía española en los próximos meses es a una subida de los tipos de interés. El caldo de cultivo para semejante movimiento ya está preparado. Por un lado, tenemos la ruptura de la estabilidad presupuestaria con la intención del Gobierno de permitir a las comunidades autónomas que incurran en déficit. A ello es preciso añadir las dudas razonables en torno al cumplimiento de los objetivos presupuestarios definidos por el Gobierno para el Estado ya que se basan en una previsión de crecimiento económico difícil de cumplir. De hecho, la mayor parte de los expertos estiman que el crecimiento no llegará al 2,5%, lo que significa una menor recaudación fiscal. De esta manera, las cuentas públicas pueden volver a los números rojos en este mismo ejercicio lo que, unido a la ruptura del Pacto de Estabilidad de la Unión Monetaria Europea, apoyada por España, puede traducirse en subidas de los tipos de interés.
Por otra parte se encuentra la política monetaria del Banco Central Europeo (BCE). En su última comparecencia ante la prensa, el presidente del BCE, Jean Claude Trichet, ya ha dicho que los tipos de interés del banco no van a bajar e, incluso, ha insinuado próximas subidas. Y es que el escenario para que la inflación empiece a repuntar está listo: hay una chispa –la carestía del petróleo– y un combustible para alimentar el fuego –mucho más dinero en circulación del que realmente es necesario para financiar la economía en las condiciones actuales de crecimiento–. Por tanto, hay que evitar que el fuego prenda y la única forma de hacerlo es retirar dinero del sistema mediante subidas de tipos.