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Fundación Heritage

Obama y Medvedev

La semana pasada, Teherán probó un misil de dos etapas que usa combustible sólido combinado cuyo alcance de 2.000 kilómetros podría permitirle golpear cualquier zona de Oriente Próximo y partes del sur de Europa.

Barack Obama basó su campaña electoral en la promesa del "cambio", pero uno de los cambios que el presidente electo puede estar planeando – el de no desplegar una defensa antimisiles en Europa Oriental– sería un gran error.

De hecho, es exactamente el tipo de vuelta de tortilla que naciones como Rusia, Irán y Corea del Norte esperan de la administración entrante. Peor aún, probablemente daría la impresión en el extranjero de que nos estamos rindiendo ante la intimidación de los rusos.

Hace unas semanas, justo un día después de las elecciones de Estados Unidos, el presidente ruso Dimitri Medvedev hizo un discurso virulentamente antiamericano. Era su primer parlamento desde que accedió al cargo en primavera y podría decirse que era la primera "prueba" de política exterior del presidente electo.

Entre sus despotriques, Medvedev exigió que Estados Unidos diera marcha atrás en el tema de las bases previstas para la defensa antimisiles en Polonia y la República Checa. Si continúa el despliegue, Medvedev advirtió, Moscú colocará misiles de corto alcance en Kaliningrado, un enclave ruso ubicado entre los territorios de dos miembros de la OTAN, Polonia y Lituania.

Unos días después del discurso de Medvedev, un asesor de Obama salió a decir que durante la llamada telefónica entre el presidente electo y el presidente polaco Lech Kaczynski, Obama no se "comprometió a nada en concreto" en el tema de la defensa antimisiles.

Uff... Ciertamente no significa que sea una retirada de Washington ante las amenazas de Moscú, pero es un comienzo preocupante del equipo de Obama en un asunto clave para la seguridad nacional. 

Tan poca firmeza sólo puede generar úlceras en Varsovia y Praga –donde ambos gobiernos hicieron lo imposible para la aprobación del acuerdo de defensa antimisiles– y júbilo en Moscú, Teherán y Pyongyang.

¿A qué rufián no le gusta ver flaquear al contrincante?

Y las cosas se pusieron aún más difíciles cuando apenas unos días después, el Wall Street Journal informó de que Rusia está manteniendo ahora conversaciones con Bielorrusia para desplegar misiles que podrían apuntar a diversos blancos en toda Europa.

¿El motivo de Bielorrusia? Probablemente busca la ayuda rusa para asegurarse el suministro energético y créditos financieros; o el soborno europeo para que rechace los misiles a cambio de una reducción de las sanciones económicas impuestas por asuntos de derechos humanos.

La siguiente lección de este curso para Obama llegó el viernes, cuando Nicolás Sarkozy pidió un alto en la defensa antimisiles europea hasta que se puedan llevar a cabo más negociaciones.

Las palabras de Sarkozy, en una cumbre europea entre la UE y Rusia, eran un claro soborno a Medvedev, a expensas de Estados Unidos y Obama. Es una vergüenza que la UE esté en tratos con Rusia a pesar de que Moscú no haya cumplido con los seis puntos del plan europeo de paz de Georgia.  

Pero no todo es intimidación, también hay razones políticas en el fondo de esta polémica. El sistema está diseñado también para defenderse contra los misiles iraníes y su amenaza nuclear, que está aumentando rápidamente.

La semana pasada, Teherán probó un misil de dos etapas que usa combustible sólido combinado cuyo alcance de 2.000 kilómetros podría permitirle golpear cualquier zona de Oriente Próximo y partes del sur de Europa.

Si lo que dicen los informes iraníes fuera cierto, ésta sería la primera prueba exitosa de un misil de varias etapas y pondría a Irán en camino de lanzar misiles de alcances cada vez mayores, incluyendo distancias intercontinentales. La prueba también demostró los avances que ha hecho el país en ingeniería básica de misiles, superando los motores de combustibles líquidos por los de combustible sólido. Lo que menos necesitamos ahora es parecer "blanditos" ante los programas nucleares y balísticos de Irán. 

Mientras tanto, los líderes de Corea del Norte estarían encantados de ver el fin de nuestra defensa antimisiles, ya que solamente serviría para aumentar el valor de sus proyectos nucleares.

Seamos claros: estamos hablando de defensa antimisiles, de sistemas creados para proteger el territorio nacional, a nuestros aliados, amigos y a las tropas americanas contra amenazas de ataque.

La administración Bush consideró que era absurdo permanecer indefensos y decidió desplegar sistemas de defensa contra una serie de amenazas exteriores. E hizo muy bien: en un mundo salvaje, cualquier potencia que parezca débil invita a la provocación, al chantaje, a la coerción e incluso a la agresión.

La defensa antimisiles ofrece a los responsables políticos alternativas que van más allá de las represalias; es una de nuestras pocas opciones razonables para la protección del territorio nacional y de sus intereses contra la creciente amenaza de ataques de misiles y armas de destrucción masiva. 

Si Obama cede a las amenazas rusas, no sólo parecería débil ante nuestros amigos y enemigos; también debilitaría la seguridad nacional del país.

©2008 The Heritage Foundation
©2008 Traducido por Miryam Lindberg

Peter Brookes ha sido asesor del Presidente George W. Bush y actualmente es analista de la Fundación Heritage, columnista del New York Post y Director del Centro de Estudios Asiáticos.

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