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Generación Obama

Para los apparatchiks del Partido Popular, Obama es el culmen de la política: encandilar con humo, sin principios que aten y sin compromisos ideológicos que impidan ciertas opciones.

A los conservadores españoles del PP no les gusta ser tildados de conservadores. En muchos casos porque lo consideran un ardid electoralista que les merma sus posibilidades de alcanzar el poder; en algunos otros, porque como no se sienten conservadores, les avergüenza pasar como tales y ansían visualizarse como progresistas. En el look aparentemente "moderno" y en su discurso, siempre crítico con la derecha y abierto al entendimiento con la izquierda, incluida la radical de Rodríguez Zapatero.

Sólo de esa forma pueden entenderse las declaraciones en pro de Barack Obama del secretario de comunicación del PP, Esteban González Pons, la frialdad de las crónicas del secretario de internacional, Jorge Moragas, desde la convención de los republicanos (mucho más animada la de los demócratas en Denver, faltaría mas) o la última expresión escrita, en El País, del hasta fechas recientes el gurú intelectual de Mariano Rajoy, José María Lasalle.

¿Qué les une a esta generación del PP tan Obama? Una cosa bien sencilla: creer que ser liberal es aceptar todo y cualquier cosa siempre que no invada la libertad de los demás. Ah, y bajar los impuestos, que es la política por la que se definen en España. Para los apparatchiks del Partido Popular, Obama es el culmen de la política: encandilar con humo, sin principios que aten y sin compromisos ideológicos que impidan ciertas opciones. Viva el cambio aunque no se sepa en qué dirección. Para los filósofos, todo se reduce a la conspiración neoconservadora que secuestró a Aznar y que todavía tiene secuestrado a Bush, a quien Lasalle llega a vincular con el senador McCarthy.

Lasalle condena a Bush y a los neocons por su pésima gestión en la guerra de Irak (aunque sólo John McCain ha sabido ofrecer una estrategia alternativa durante años que es, precisamente la que adoptó Bush el año pasado y que tan buenos resultados está obteniendo), pero eso son fuegos artificiales. Lo que de verdad molesta a los progres del PP es el conservadurismo, esto es, una corriente que cree que por encima del individuo hay una ley superior. Una orgía de adolescentes no es aceptable por el mero hecho de que todos los participantes hayan consentido en ella. Hay normas, principios y valores que obligan por encima de la voluntad y libre albedrío de las personas. Salvo que los progres del PP defiendan el ateísmo y la laicidad. Que bien puede de modernos que son.

No es un problema de libertad del individuo frente a las corrientes perversas de la sociedad y la política. Lo que discuten calladamente estos intelectuales son los fundamentos éticos y morales de toda sociedad. Aunque a través de oscuros vericuetos. ¡Qué felices serían si Rajoy fuera negro!

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