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Gorka Echevarría

Carod el sueco

Viendo a Carod, uno piensa en un sueco. Tiene unos fornidos hombros, una presencia insigne y un estilo irrepetible que todos deberíamos imitar. Nunca pensaríamos en que es calvo y pequeñajo ni que tiene un toque a lo Esteso.
 
Carod no es africano sino sueco. Por eso, al ver que en Ceuta y Melilla hay tanto moro, piensa con mucho gracejo (no andaluz, por supuesto) que a los africanos no hay que darles ni agua. Sólo los catalanes de raza caucásica pueden solicitar al Estado centralista-imperialista un modelo de financiación en que paguen menos y reciban más o mejor dicho, un modelo en que la Generalitat se quede con más dinero del que actualmente percibe. Todo sea por ser izquierdistas como en el país socialdemócrata de rancio abolengo: Suecia.
 
Nuestro inefable político sueco podría estar pensando en aquellas augustas frases de otro gran caucásico, Sabino Arana cuando decía con tanto criterio aquello de “El roce de nuestro pueblo con el español causa inmediata y necesariamente en nuestra raza ignorancia y extravío de inteligencia, debilidad y corrupción de corazón, apartamiento total, en una palabra, del fin de toda humana sociedad”.
 
Porque no lo olvidemos, mezclarse con los africanos es fatal para la preservación del nacionalismo catalán. Los africanos no se merecen un modelo de financiación acorde con sus características como pueblo porque son subdesarrollados y tienen otro color de piel.
 
El nacionalismo, como de costumbre, hace distinciones entre unos y otros. La mayoría de las ocasiones recurre a argumentos xenófobos y racistas. No es de extrañar que Carod haya incurrido en estos errores. Como tampoco lo fue en su momento para el PNV elogiar a Hitler.
 
Resulta curioso que Carod coincida con Mick Jagger cuando dijo que de los Pirineos para abajo, todo era Africa. El bueno de Jagger cometió un error, incluir a Cataluña en Africa. Se lo perdonamos. No sabe tanto como Carod.
 
Zapatero tiene que estar contento con Carod. Es un aliado puro de raza y de espíritu que nos abre los ojos y nos induce a defender la tesis de que a Marruecos hay que darle lo suyo, Ceuta y Mellila.
 
Ahora sabemos más de geografía. Sabemos dónde están los Paisos Catalans de Esquerra Republicana y también somos conscientes de la degradación racial de Ceuta y Melilla. A este señor bigotudo carente de titulación universitaria habría que hacerlo Doctor Honoris Causa por la Universidad de Estocolmo (ojo, no confundir con el síndrome de Estocolmo).

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