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NOAM CHOMSKY

Chomsky, defensor del nazismo

En el anterior artículo de esta serie mostramos cómo Chomsky, con tal de atacar a los Estados Unidos era capaz de defender el genocidio perpetrado por los comunistas en Vietnam. Si esta fuera la única ocasión en la que Chomsky se ha puesto del lado del totalitarismo quizá hasta resultara anecdótico dentro de la repugnancia que se siente ante quien justifica el asesinato en masa.

Sin embargo, Chomsky en su odio hacia los Estados Unidos e Israel ha llegado a caer en el antisemitismo y en apología de los neonazis. En este artículo comentaremos lo más granado del ensayo de Werner Cohn, Chomsky and the Holocaust Denial, publicado en el libro The Anti-Chomsky Reader (la versión española de este ensayo puede leerse aquí) en el que explica la relación del famoso lingüista estadounidense con la extrema derecha francesa.
 
La editorial Institute for Historical Review, una organización neo-nazi que se dedica a negar la existencia del Holocausto judío, ha publicado varios títulos de Chomsky ya que según ellos, el profesor del MIT, “arroja luz como ningún otro, sobre Israel, el Sionismo y la complicidad estadounidense”. Pero este no es el único elogio que le dispensan los neonazis.
 
Para entender la curiosa relación de Chomsky con los neonazis hay que explicar brevemente quién es Robert Faurisson a quien Chomsky ha defendido públicamente hasta el punto de prologar uno de los más insidiosos títulos del profesor francés.
 
Faurisson, fue catedrático de Literatura en Lyon pero fue expulsado por su atroz antisemitismo. Este oscuro personaje que califica a la negación del Holocausto de “revisionismo” ha llegado a decir que las cámaras de gas con las que Hitler se quitó de encima millones de judíos, son un mito propiciado por Israel y el Sionismo. Entre otras de sus mentiras se encuentra la de que si Hitler actuó contra los judíos fue, en todo caso, porque aquellos querían acabar con él. Como se pueden imaginar el cúmulo de demandas por difamación que acumula este nazi, se cuentan por decenas. A Faurisson le da un poco igual porque parece que cuenta con un prestigioso adalid de su causa.
 
Portada del Memoire en defense, prologado por ChomskySegún el ayatolá del izquierda irredenta, hay que defender a Faurisson por mor de la libertad de expresión. Así ha llegado a aseverar que “quien defiende la libertad de expresión no tiene por qué ser especialmente responsable o estar familiarizado con los puntos de vista que defiende”. Evidentemente, este principio de tolerancia tiene un tope, no defender a aquellos que mienten y justifican el asesinato en masa. Lo triste del caso es que Chomsky firmó y promovió un manifiesto en defensa de Faurisson en el que las perlas brillaban por doquier: “el doctor Faurisson ha sido objeto de una cruel campaña de acoso(...)” a pesar de que “desde 1974 ha venido estudiando minuciosamente (sic) el tema del Holocausto”.
 
Junto con estos detalles que denotan que Chomsky tiene cierta atracción por el totalitarismo, se encuentran otros aún más sorprendentes como el hecho de que el profesor del MIT quisiera que la publicación de uno de sus libros en Francia, The Political economy of Human Rights, corriera a cargo de una editorial de dudoso prestigio, salvo entre los más recalcitrantes antisemitas, La Vieille Taupe. Por si esto fuera poco, podemos añadir que llegó a calificar en un texto titulado “Varios comentarios elementales acerca del derecho a la libertad de expresión”, a Faurisson como “una especie de progresista político”. Este texto acabaría prologando el libro Mémorie en Défense de Faurisson (1980).
 
Quizá Chomsky tenga una doble faz que le lleve a defender lo indefendible con el aplomo y la vitalidad de un ario (a pesar de ser judío), si no, no se entendería por qué un izquierdista de pro puede asegurar que no aprecia “implicaciones antisemitas en el hecho de negar la existencia de las cámaras de gas o incluso en el de negar el Holocausto. Ni tampoco es una implicación antisemita decir que se está aprovechando el Holocausto (se crea que ocurrió o no) de forma agresiva por parte de apologistas de la violencia y la represión israelíes” para acabar añadiendo que no encuentra “ningún indicio de antisemitismo en el trabajo de Faurisson”(sic).
 
Noam Chomsky, ultraizquierdistaProbablemente la teoría más acertada de por qué Chomsky es realmente un antisemita como lo fue Marx, es la influencia que la rama del trotskismo, el “Marlenismo” ha ejercido en este personaje. Los Marlenitas según uno de sus primeros miembros, George Spiro, no eran más que un “puñado de antisemitas” tal y como lo recoge Cohn en su ensayo. También Rosa Luxemburgo, Karl Korsch, Paul Mattick y Antón Pannekoek, son autores de culto para Chomsky, curiosamente, algunos de los guías espirituales de los “revisionistas”.
 
Este es el Chomsky que pocos conocen, un personaje lleno de una ira y odio comparable a la de los neonazis. No obstante, parafraseando a Bugs Bunny, esto no es todo amigos porque aún nos queda mucho más que contar de este ídolo de la izquierda, como su apología del genocidio de los jemeres rojos en Camboya o la justificación del atentado del 11 de Septiembre de 2001.
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