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Ignacio Moncada

La caída de Scar

El gobernante africano de los últimos tiempos ha sido la versión humana de Scar, y los resultados los mismos: hambre y crisis económica. Intervenir en el equilibrio natural de una sociedad crea graves desequilibrios que imposibilitan la convivencia.

El Rey León es, tal vez, la película más valorada de Disney. Es una especie de versión infantil de Hamlet bañada con elementos de cultura tradicional africana. Tras su estreno en las grandes pantallas en 1994, el gigante del entretenimiento llevó la historia a Broadway en 1997, siendo uno de los musicales más espectaculares y exitosos hasta la fecha. Ahora llega a la Gran Vía de Madrid para el disfrute del público español. Han sido muchas las interpretaciones que se han extraído del relato de Disney. Yo me quedo con una enseñanza liberal y esperanzadora. El Rey León parece estar contando la historia económica, política y humana de África, y señala, al final del túnel, una luz. Un final feliz.

Al principio del relato los animales de la sabana viven de forma próspera y en armonía. Mufasa le explica a su hijo Simba que un gobernante no puede hacer cuanto quiera: "Todo cuanto ves se mantiene unido en un delicado equilibrio. Como rey debes entender ese equilibrio y respetar a todas las criaturas". El modelo de sociedad sostenible no es aquélla en la que alguien desde arriba decide qué y cuánto debe comer cada especie, sino en la que son los individuos los que, desde el respeto a la libertad de los demás, tienden a autorregularse para alcanzar el equilibrio.

El equilibrio se rompe cuando Scar, el hermano del rey, tras asesinar a Mufasa y provocar el exilio de Simba, toma el mando del reino. Scar instaura un régimen dictatorial de la mano de las hienas, representadas como una especie perezosa que espera que la comida les caiga del cielo. Scar promete "instaurar una nueva era" en la que la hienas "nunca volverán a pasar hambre". Los resultados no se dejan esperar. Rápidamente la sabana queda sin caza, que ha huido a un lugar menos hostil porque bajo Scar no se daban las condiciones para que se desarrollase. El gobernante africano de los últimos tiempos ha sido la versión humana de Scar, y los resultados los mismos: hambre y crisis económica. Y es que intervenir en el equilibrio natural de una sociedad para imponer un determinado resultado siempre crea graves desequilibrios que imposibilitan la convivencia.

La sociedad civil africana hasta ahora ha vivido como Simba. El pequeño león crece negando la realidad, viviendo bajo la filosofía cortoplacista de "hakuna matata", que significa que no hay que preocuparse por los problemas. Pero no hacerlo no los hace desaparecer. Al final de la obra Simba decide volver y terminar con la dictadura de Scar, logrando que se restablezca el equilibrio y, con él, la prosperidad. Quiero creer que es un guiño hacia la sociedad civil africana, una llamada para que se enfrente a sus problemas. Para que pida libertad y respeto a los derechos humanos, y acabe con los regímenes autoritarios que han asolado el continente. Gadafi se suma a la lista de dictadores africanos que caen bajo la presión de su propio pueblo. Los libios han derribado a su Scar. Esperemos que sea para bien, que sea un auténtico "regreso de Simba" que traiga libertad y prosperidad a su pueblo. Y que no se repita jamás.

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