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Ignacio Villa

Las parcelas de poder

Nervios y más nervios. Ese es el ambiente que se vive en el Ejecutivo y en su entorno. La posible crisis de Gobierno sigue sobrevolando los círculos políticos. En las sedes de los ministerios, e incluso entre los propios ministros, se da por hecho que el presidente Aznar la va a consumar en los primeros días de julio.

Esta crisis había tenido hasta ahora el aliciente de la despedida de Aznar, pero comienzan a aparecer otros ingredientes. Hasta ahora se había dicho y escrito que la próxima remodelación de Gobierno se traduciría en la formación de un Ejecutivo fuerte y político, un Gobierno con buena capacidad de gestión que sirviera de alfombra roja para facilitar la despedida de Aznar por la puerta grande.

Pero en esas estábamos cuando ahora ha surgido una novedad, fruto del interrogante constante sobre la sucesión. Ya hemos comentado en estas mismas páginas que los candidatos a la sucesión, tanto de primera como de segunda fila, se están moviendo en una campaña silenciosa, interna y externa, pero constante. Esa campaña no sólo afecta a los protagonistas de la sucesión, sino que ya se extiende a otros escalones del partido y del Gobierno. Todos comienzan a repartirse parcelas y a colocar a los suyos lo mejor posible. Es decir, los sucesores y aquellos que quieren pintar algo en el momento de la elección del candidato a la Presidencia del Gobierno son conscientes de que en la próxima crisis se juegan mucho. Se la juegan ellos mismos y también sus peones políticos.

La estrategia es sencilla: hay que colocarse bien y colocar bien a nombres claves de los segundos niveles, pues con esta crisis arranca el "sprint" final para la sucesión. Por el momento todos guardan las formas, pero llegará un momento en el que eso ya no será posible y la clave estará en la colocación personal no solo de los candidatos a la sucesión, sino también de sus colaboradores.

En este sentido cobran especial relevancia cargos como los de secretario de Estado y presidente o consejeros autonómico. Ha comenzado la lucha por las parcelas del poder, ya que, en la medida en que cada candidato tenga una buena red de apoyos y ayudas en el momento de la decisión, todo puede ser más fácil.

A punto de enfilar la recta final, todos buscan colocarse adecuadamente acompañados. Desde ahora no sólo habrá que fijarse en los candidatos, sino que habrá que seguir también cómo se sitúan sus hombres. Se va a pelear cada trinchera, cada territorio del poder. Con buenas formas externas, pero con luchas subterráneas sin cuartel. Los grandes se van a reservar para las batallas estratégicas, pero sus segundos entrarán en una pelea cuerpo a cuerpo. Cada parcela de poder vale un mundo. Y los hechos lo van a demostrar.

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