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Ignacio Villa

Una crispación artificial

La tensión entre el Partido Popular y el Partido Socialista está subiendo por momentos y por días. Esa tensión, desde luego, tiene una cierta dosis de artificiosidad. Es obvio que la inminente cita con las urnas provoca esta situación; pero también es cierto que las dos partes están cometiendo algunos errores de principiante que complican la política diaria. Por un lado el Partido Socialista, que sigue sin concretar un programa alternativo para las elecciones, se han encontrado de súbito con la posibilidad de que el 2004 se convierta en una fecha de cambio. En el PSOE se comienza a percibir un cierto miedo a que el "ciclo popular" termine antes de lo previsto, y que en los próximos comicios generales tengan que tomar el relevo sin la alineación preparada. Los socialistas ven la posibilidad del éxito más cerca de lo que ellos mismos habían calculado. Y ese cambio de planes puede provocar que el PSOE se encuentre con lo puesto; es decir, sin equipos y sin un programa sólido que les respalde. Las pequeñas batallas que han ganado hasta el momento tienen una importancia relativa. Las batallas importantes están por venir, y ciertamente, todavía no están preparados para ellas.

Mientras tanto el Partido Popular, que no termina de arrancar. En esta recta final de legislatura, para nada ha servido la "macrocrisis" de Gobierno del mes de julio, la contradictoria batería de medidas económicas y sociales, la asombrosa ¿búsqueda? del centro y un largo etcétera. El balance final se resume en que el Ejecutivo no ha terminado de tomar la iniciativa. Inmersos en lo que ellos llaman la "soledad mediática", el Gobierno no termina de coger el toro por los cuernos. Y que conste en acta que el presidente Aznar ha tenido ya alguna que otra "bronca" con sus más cercanos colaboradores para que tomen las medidas oportunas. Pero los resultados, al menos por el momento, no han sido los esperados. Quizá la ansiedad de los socialistas, que se ven cerca de Moncloa sin la preparación necesaria, y el enfado de los populares por no conseguir que la maquinaria funcione, es lo que está provocando este ambiente de tensión entre los dos grandes partidos. Hay tensión, hay crispación, las acusaciones mutuas van en aumento; pero todo tiene un toque de irrealidad.

Esta situación que estamos percibiendo en estos últimos días es más producto de las propias miserias y limitaciones del PP y del PSOE que de la vida política. Unos por otros, la casa está sin barrer.

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