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Jorge Valín

Devuélveme mi dinero

El dinero mejor ahorrado es el que no va al Estado. Está en su derecho de no dejarse robar por nadie.

En una oscura noche, un elegante hombre de camisa y corbata camina por la calle cuando, de repente, aparece de entre las sombras un asaltante con un cuchillo en la mano y le dice: "dame tu dinero". El hombre bien vestido le exclama: "¿Pero qué haces? ¡Soy miembro del Gobierno, no puedes atracarme!". El asaltante, entonces, le grita: "¡Pues devuélveme mi dinero!"

Hay una enorme verdad en esto que no parece haber asimilado este país, y es que el dinero que posee el Gobierno no es suyo, sino nuestro. Nadie se salva de la extorsión gubernamental en su afán descontrolado de recaudar más y más. Ni los rateros no gubernamentales. Usando la incultura económica de la gente, ahora el presidente del Gobierno nos quiere "regalar" 400 euros.

Una de las justificaciones ha sido, que de esta forma, el Estado demuestra que ahorra por nosotros ya que, según el presidente, "ahorrar es muy bueno" y al parecer él es más sensato que nosotros en esta labor. No puede decir lo mismo en otros temas de mayor calado como el de las pensiones, cuya estabilidad tiembla continuamente ante un futuro verdaderamente negro.

El ahorro obtenido a punta de pistola, no es ahorro. De hecho, entre impuestos directos, indirectos, tasas, multas, etc. el Estado nos expropia casi la mitad de nuestros ingresos brutos, con lo que esos 400 euros son migajas si los comparamos con los cuatro años de este Gobierno socialista o de cualquier otro. El ahorro tiene varias funciones para el actor económico. Una de ellas es hacer frente a los imprevistos individuales. Los socialistas, atendiendo a la curiosa concepción de ahorro que tiene el Gobierno, han llegado al extremo absurdo de creer que tal cosa no existe y que las malas épocas no son fenómenos circunstanciales de cada individuo o familia, sino agregados socioeconómicos que él controla y puede resolver. Es algo que recuerda bastante a la concepción económica que tenía la Unión Soviética.

Por otra parte, tendremos que ver qué consecuencias tiene tal medida sobre el efecto riqueza. Si todos somos 400 euros más ricos, ¿qué pasa? Que los precios de los productos donde vaya a parar esa subvención se encarecerán en la misma proporción. Teniendo en cuenta que el nivel de ahorro de las familias está en uno de sus peores momentos y que la deuda familiar está en uno de los más altos; muy probablemente este dinero será gastado en bienes de consumo casi de forma inmediata. Lo que significa que perjudicará a aquellos que no reciban esa subvención, esto es, a aquellos que no realizan la declaración de la renta, que, cosas de la vida, son los que tienen los ingresos más bajos de la sociedad. Como bien ha apuntado el presidente del Gobierno, "no hay impuesto negativo". Bueno, corregiremos a nuestro económicamente ignorante presidente porque en realidad sí que existe. Uno de los inventores de tal aberración fue Milton Friedman.

Que nuestro ahorro dependa de la gracia del político o de la proximidad de las elecciones nos indica qué es la política y esta gran mascarada de la democracia, que ha perdido su rumbo y propósitos por completo. El sistema actual se parece más al de un estado señorial del Medievo que a la idílica visión de la soberanía del pueblo. Nuestro dinero, estilo de vida y libertad depende de las decisiones partidistas y subjetivas de un grupo de oligarcas políticos que juegan con nosotros como si fuéramos piezas de un juego sin reglas, donde quien gana acaba gobernando para poder hacer lo que le da la gana. ¿Cómo pretendemos que los políticos nos salven si son ellos el principal problema? Mientras espera a que estos burócratas se preocupen de verdad por su dinero, tome la iniciativa y haga todo lo posible para no alimentar a la bestia. El dinero mejor ahorrado es el que no va al Estado. Está en su derecho de no dejarse robar por nadie.

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