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José García Domínguez

Si Rajoy fuera Kennedy

Ellos persisten en creer con la fe del carbonero que los manonacionalistas de traje y corbata, sus pares domésticos, resultan ser unos caballeros muy formales que en última instancia no aspiran a romper baraja alguna.

Conociendo el género, la verdad es que uno no esperaba del jefe de negociado de la derecha que emulara a Kennedy en su visita a Barcelona. Ciertamente, fantasear con un "Yo también soy berlinés" en boca de don Mariano, sería mucho soñar; y despiertos, para qué engañarnos. Heroicidades las justas, que terciaría el propio interesado. No obstante, entre la imposible quimera épica y su medroso "no pega mucho" a cuenta del referéndum secesionista media un trecho de apocada connivencia por omisión, de renuncia a los mínimos más elementales de testosterona, que ni los más escépticos le hubiésemos supuesto capaz de recorrer. "No pega mucho", ¡válgame un santo de palo!

Ya sabemos entonces lo que habrá de sentenciar Rajoy en cuanto el próximo chiflado vuelva proclamar el Estat català desde la Plaza de San Jaime: "Córcholis, manifiesto mi plena discrepancia con esa decisión unilateral. Y no solo eso, además tengo previsto elevar una protesta por escrito ante la instancia oportuna". Al respecto, existe una locución vernácula, "fer volar coloms", sambenito retórico a fin de distinguir a los cándidos estructurales, que retrata con precisión de laboratorio el sentir íntimo de esa gente, la mesocracia del PP, ante los airados nietos de Cambó. Y es que, digan lo que digan las casandras, impertérritos, ellos persisten en creer con la fe del carbonero que los manonacionalistas de traje y corbata, sus pares domésticos, resultan ser unos caballeros muy formales que en última instancia no aspiran a romper baraja alguna.

De ahí, por cierto, que al de Pontevedra le pegue ahora lo del "pacto fiscal". Eufemismo de ocasión que designa el afán de Mas por incumplir la sentencia del Estatut en materia de cuartos; también en materia de cuartos, se impone apostillar. Ansían, es sabido, que la Generalidad fije por su soberana voluntad el régimen tributario del resto de sus iguales autonómicos; un delirio solipsista, el enésimo brote, cuya primera cura de urgencia corrió en su día a cargo del Tribunal Constitucional. Pues no otro resulta ser el muy mezquino propósito sobre el que Rajoy ha dicho estar "dispuesto a hablar con todo el mundo". A pesar de ser los soberanistas catalanes los únicos en el mundo todo interesados en semejante vaina. "No pega mucho". Manda...

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