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Luis Pazos

Las cuentas alegres del gobierno

Ciudad de México.Sobre la base de las cifras dadas a conocer en el último informe del gobierno mexicano y en los comentarios de funcionarios de Hacienda sobre el prepago de la deuda externa y fortalecimiento de lo que ellos llaman el "blindaje financiero", la actual administración legará a Vicente Fox una economía en crecimiento, con bajo desempleo, un peso fuerte, revaluado y una inflación de un dígito; en otras palabras, le dejan la mesa puesta.

Cifras oficiales optimistas de finales de período gubernamental no son cosas nuevas. Y aunque es incorrecto afirmar que estamos en la misma situación que a finales del gobierno de López Portillo o de Carlos Salinas, sí existen algunos factores que nos recuerdan las cuentas alegres de sexenios anteriores.

Un año antes de terminar el gobierno de López Portillo, los funcionarios de Hacienda afirmaban que se habían creado las condiciones para alcanzar crecimientos económicos "duraderos", nunca antes vistos en México. Todas esas expectativas estaban basadas en los altos precios del petróleo. En el momento que cayeron, aunados a los fuertes gastos gubernamentales y a los errores en los precios de venta del petróleo al exterior, cambiaron radicalmente las expectativas de la economía mexicana.

A finales del sexenio de Salinas se presentaron cifras mostrando alto crecimiento económico e inflación de un dígito. En 1993 la inflación anual fue del 8% y en 1994 de 7%, en ambos años por debajo de la inflación con que terminará Zedillo. Pero tanto en aquellos años como ahora, gran parte del control de la inflación y el crecimiento económico se sustentaban en el ingreso capitales del exterior. En el momento en que por diversas causas salieron esos capitales, las cuentas alegres se desmoronaron como castillos de naipes.

Actualmente las reservas son más del doble que en 1994. El déficit en cuenta corriente en relación al PIB es la mitad y los valores gubernamentales en poder del extranjero son diez veces menores; sin embargo, los equilibrios macroeconómicos están más ligados a los altos precios del petróleo y al crecimiento de Estados Unidos que en 1994.

Es posible que el 2000 termine sin grandes sobresaltos, pero la herencia del sistema priísta al nuevo gobierno panista de Vicente Fox es una economía frágil, dependiente del petróleo y en la cual, si los flujos de dólares varían su dirección por una baja de los precios del petróleo o una desaceleración de la economía en Estados Unidos, se puede generar un considerable desajuste económico en el 2001. Entonces, los priístas, bajo cuyas administraciones no se realizaron los cambios para depender menos de factores externos, culparán a Fox por sus propios errores y omisiones.

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Luis Pazos es director del Centro de Investigaciones sobre la Libre Empresa.

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