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Maite Nolla

Pasión de Gabilondo

La mayoría de los españoles cree necesario revisar de alguna manera el sistema autonómico. Los nacionalistas también; pero para evitar la igualdad.

Lo que nos faltaba por ver y oír es a la señora Casas presumiendo de que la sentencia sobre el Estatuto de Cataluña pasará a la historia como una manera de ensamblar el sistema autonómico. Sus señorías han resuelto la cuestión tan malamente que es de presumir que el asunto nos acompañará durante los próximos veinticinco o treinta años. Y prueba de ello es que cuando los tribunales ordinarios han empezado a aplicar lo poco de la sentencia que obliga a los nacionalistas a romanizarse, ya nos han dicho que esperemos un futuro como el de la sentencia del Antenicidio.

El caso es que ya saben que al Gobierno le ha costado casi un mes leerse una sentencia del Supremo sobre la lengua en el sistema educativo en Cataluña, lo cual no deja de ser una forma de no cumplir sus compromisos. ¿Con la Constitución y las leyes? No, con los nacionalistas. De hecho a lo que se comprometió el Gobierno fue ayudar a la Generalitat a encontrar juntos el camino para sortear la aplicación de la sentencia del Estatuto. Y pese a ello, en el Gobierno, preocupados por otros asuntos, Rubalcaba ha tardado un mes en leerla sentencia y Gabilondo nos remite a Rubalcaba para cuándo se leyera la sentencia. El problema es que como no hay nada peor que un ministro de este Gobierno hablando de cosas que tengan que ver con el nacionalismo, el señor Gabilondo ha añadido al habitual argumento enmarañado del respeto al ejercicio de las competencias, la cuestión de que el Gobierno autonómico es "legítimo". Para el señor ministro ser titular de una competencia te exime de cumplir las leyes y las sentencias que te condenan; pero es que además lo de "legítimo" no deja de ser una forma de introducir como argumento defensivo el antiautonomismo. Afortunadamente no ha recurrido al anticatalanismo, pero va por ahí la cosa. Y lo mismo ha hecho Jáuregui cuando le han preguntado por la revisión de algunos aspectos del sistema autonómico. En el fondo lo que se quiere es guiñar el ojo al que corresponda y acusar a la derecha en general de centralista, un argumento que debidamente utilizado es todo un insulto. Como liberal o conservador, que a su vez, tienen su versión hardcore si lo acompañan ustedes con un estratégico neo o con un ultra, respectivamente.

Lo que demuestran estas declaraciones es que en España se haya llegado a una situación absurda. La mayoría de los españoles cree necesario revisar de alguna manera el sistema autonómico. Los nacionalistas también; pero para evitar la igualdad. Duran nos dice que no entiende cómo en España hay televisiones autonómicas que emiten en castellano y se pregunta si cuándo se aprobó la Constitución en España existían diecisiete "realidades". Mas no se ve en plano de igualdad con las regiones sin personalidad –léase murcianos y extremeños, objetivos prioritarios– y veinticinco diputados socialistas están por el federalismo asimétrico, que debe ser como la leche condensada sin azúcar. Por su parte en el PP, pese a que todo el mundo vería con buenos ojos una revisión como la que les he dicho, Rajoy no quiere saber nada de devolver competencias al Estado, y menos ahora que está a punto de arrasar. Y viendo lo que dicen sus ministros, en el PSOE siguen pensando que sacando el espantajo del centralismo desgastan al PP, que si no habla de otras cosas, menos va a hablar de esto.

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