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Maite Nolla

Respeto cero

No es que Montilla hable mejor o peor el catalán, sino que su discurso nacionalista es incompatible con llevar treinta años en Cataluña, haber sido alcalde, presidente de diputación, ministro y presidente de la Generalitat.

Tenía preparado un artículo sobre el asunto de la financiación autonómica y la posición de la presidenta del PP en Cataluña al respecto, pero para qué engañarles, el editorial del pasado miércoles de nuestro periódico me lo pisó. Sólo añadir que podemos aceptar posición conjunta para no decir frente común, pero querer deslindar eso del nuevo estatuto es absurdo. Lo que quieren los partidos nacionalistas catalanes es un pacto con el Estado y no un sistema de financiación para todas las comunidades, que dicho sea de paso, les trae sin cuidado. Pero bueno, ya se apañará doña Alicia con sus compañeros de partido.

Yo les quería hablar de alguna de las polémicas poca soltas –léase tontunas– que habitualmente debemos soportar en Cataluña. Una de ellas es considerar a Rafa Nadal un nacionalista español y otra es la que surgió por las críticas del convergente Felip Puig al catalán de Montilla. Puig, con el apoyo de Marta Ferrusola, acusó a Montilla de algo así como de destrozar el catalán cuando habla. En la polémica terció el director de un periódico nacional con edición catalana, demostrando que si uno quiere quedar bien, lo mejor que puede hacer es mandar una botellita de tinto y una caña de lomo, pero no hacer un editorial para acabar diciendo que hay que valorar que Montilla se esfuerce mucho y que cada vez pronuncie mejor lleneralità. El debate no va por ahí, así que vamos por partes.

Lo de Puig y doña Marta, aunque tengan razón, está feo, porque lo que subyace es una mezcolanza de sentimientos que consisten en no considerar a Montilla un presidente legítimo. Pero además, son un par de hipócritas, ya que nada dijeron de que uno de los últimos consejeros –nada menos que de Educación– de su jefe y marido respectivamente, fuera un señor de Soria llamado Javier Hernández, que después de una sencilla operación de cambio de nombre se hace llamar Francesc Xavier y que habla el catalán, por llamarlo de alguna manera, con un simpático acento de Almazán.

Ya les dije una vez que el problema no es que Montilla hable mejor o peor el catalán, sino que su discurso nacionalista es incompatible con llevar treinta años en Cataluña, haber sido alcalde, presidente de diputación, ministro y presidente de la Generalitat y, muy libremente, no haber querido aprender catalán, igual que su compadre Celestino Corbacho; cero respeto por la lengua. Y esta situación, que requiere la ayuda de un profesional, la protagonizan los mismos que a Correos con treinta mil euritos por no rotular en catalán "para retirar la correspondencia al final del vestíbulo rogamos presenten su DNI para la recogida de cualquier objeto". Esa es la cuestión.

En España

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