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Pío Moa

"Arrear y discutir"

La política del PNV —"que unos arreen y otros discutan", "unos sacuden el árbol y otros recogen las nueces"— es la del empresario mafioso que encarga tareas sucias a asesinos profesionales. Sólo se distingue en que, en su caso, los asesinos actúan sin control, y el empresario trata de aprovecharlos ofreciéndoles, no una paga, sino un reparto de beneficios. Como ocurre con ese tipo de mafiosos, los jefes aranistas se mueven con destreza entre lo legal y lo ilegal. Al Capone, como es sabido, no fue detenido por sus crímenes, sino por no pagar impuestos. El hombre tenía muy buena conciencia, y clamaba: "me he dedicado a proporcionar a la gente ratos agradables, y en recompensa recibo el trato de un ser perseguido y calumniado". ¡Un buenazo! También el PNV deplora el inmerecido acoso que sufre de una parte de la prensa y los políticos. ¡Total, si solo quiere la liberación del pueblo vasco! ¿Qué puede haber de malo en tan noble ideal?

La simbiosis entre ETA y PNV nace de su objetivo común: la desestabilización y debilitamiento de España como paso para la separación de Vasconia. La ETA usa la violencia, el otro el envenenamiento-envilecimiento de la conciencia de los vascos y la provocación política. Esto los vuelve socios, y aunque desconfíen entre ellos, disputen, y hasta se agredan a veces, la historia reciente del País Vasco viene marcada por esa inextricable combinación de tácticas desestabilizadoras.

Así, ahora que los terroristas pasan una mala racha, el PNV salta al ruedo con su referéndum sobre la autodeterminación, enarbolando encuestas trucadas desde el mismo término empleado. Claro, ¿quién puede estar contra la autodeterminación? Pero la palabra sugiere que los vascos están en España por imposición, invasión o cosa así, y que ha llegado el momento de su libertad, cuando en realidad, su españolidad resulta de una autodeterminación continuada, la cual pretenden romper los nacionalistas por medio de la separación y cuando, lejos de carecer de libertad, los vascos son más libres que nunca, como los restantes españoles. Y lo son, no por mérito o esfuerzo de los nacionalistas, sino al contrario.¡Qué clase de libertad traería para los vascos la separación a cargo de los terroristas y sus recogenueces?

Pero ocurre que la mayoría de nuestros políticos caen en la trampade la palabrería nacionalista, como señalaba hace poco Ruiz Portella, y se declaran opuestos a la "autodeterminación". ¡Cuánta gloria para los charlatanes aranistas, que pueden presentar a los demócratas como contrarios a la libertad de los vascos!

Casi todo en el nacionalismo es un embrollo de verborrea venenosa. Arzallus exalta con mucho énfasis la "palabra de vasco". Y esa palabra puede valer, pero de ninguna manera la del nacionalista vasco, trampa y falsedad constante, empezando por aquello de "Euzkadi". Los partidos casi nunca han sido modelos de honradez, pero probablemente el más traicionero e hipócrita de ellos en España ha sido el PNV. La gente no lo cree, porque desconoce la historia y porque los políticos y los medios de masas han creado la leyenda de un PNV "moderado" y "democrático", en un fútil empeño por atraérselo y alejarlo de la desestabilización antidemocrática (el intento de "contentar a quienes no se van a contentar", como dice Julián Marías). Habrá que hablar de todo ello.

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