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Víctor Llano

Regalito de Castro

Nos alegramos de que siete torturados hayan podido salir vivos de las cárceles castristas. Lo que sentimos es que nuestro Gobierno venda como un éxito propio el favor que en plena campaña electoral ha recibido de un asesino en serie.

Poco después de que cuatro disidentes abandonaran La Habana camino de Madrid, Castro anuncia que en su próxima reflexión abordará un tema que interesará a "muchos compatriotas". Ya le vale. ¡Compatriotas! ¿Cómo puede tener tan poca vergüenza? Él sabe que los cubanos no pueden compartir nada con un miserable que siempre les despreció y que no ha tenido más patria que la patraña, el crimen, y la cárcel. Vamos a ver qué nueva trola se inventa. Poco interesará a sus víctimas a no ser que lo que anuncie sea su propia muerte.

Quienes sí estarán muy atentos a lo que cuente el coma-andante serán sus amigos españoles. Zapatero y Moratinos no tardarán en fotografiarse junto a cuatro de los siete rehenes que la tiranía ha excarcelado. Es lo que tienen los chantajistas. No por gusto Castro es el más inteligente de todos ellos. Mientras viva contará con prisioneros que pueda ofrecer a cambio de los favores que le conceden los "gallegos" que desprecian el sufrimiento de los millones de descendientes de españoles que no pueden escapar de su barbarie.

No es necesario reseñar que, como a cualquier persona a la que no resulte indiferente el sufrimiento ajeno, nos alegramos de que siete torturados hayan podido salir vivos de las cárceles castristas. Lo que sentimos es que nuestro Gobierno venda como un éxito propio el favor que en plena campaña electoral ha recibido de un asesino en serie. Por mucho que el presidente por accidente y sus ministros se fotografíen junto a las cuatro víctimas que en plena campaña electoral Castro les ha regalado, no podrán disimular el miedo que les inspiran el tirano y sus herederos. El Gobierno de España acaba de negar el asilo político a un diplomático cubano que no quiere que en su país le condenen a veinte años de cárcel. Está claro que es la tiranía la que fija la agenda de las relaciones que mantiene con sus sorprendentes socios europeos.

Si en esta semana Castro no nos anunciara su propia muerte, en un próximo artículo nos ocuparemos de la "rectificación" de Eliécer Ávila que en algunos aspectos nos recordó al "Caso Padilla". Lo que no me resigno a aplazar es lo que Ricardo Alarcón –presidente de una asamblea de esclavos– le contestó a Eliécer: "Si todo el mundo, los seis mil millones de habitantes, pudieran viajar a donde quisieran, la trabazón que habría en los aires del planeta sería enorme". Menos mal que dicen que de entre todos los castristas Alarcón es uno de los más espabilados. Al menos, no se atreverá a salir de la isla de las más de trescientas cárceles. Logró –sólo él sabe cómo– que Eliécer "rectificara", pero lo del "trabazón" le acompañará hasta la tumba. No creo que exista un tipo más ridículo.

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