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Ignacio Villa

Necesidad de Ermua

Diez años después, todos recordamos a Miguel Ángel Blanco. Diez años después, queremos volver a vivir el espíritu de Ermua. Lo necesitamos para hacer frente a un presidente capaz de hacer cualquier cosa con tal de seguir en el poder.

¿Donde estaba Rodríguez Zapatero hace diez años? ¿Qué hacía el actual presidente en aquellos días de julio en los que nació el espíritu de Ermua? ¿Qué pensaba Zapatero, diputado por Léon, de la rebelión cívica que llenó las calles de España? Son preguntas que sin duda tendrán alguna respuesta, pero una respuesta irrelevante, porque lo que importa ahora, puesto que es lo que sufrimos a diario, es lo que piensa a día de hoy el jefe del Ejecutivo. Y lo que estamos viendo en esta legislatura nada tiene que ver con aquel espíritu de Ermua.

De aquellos días que cambiaron la historia de España nos quedan muchas cosas. Nos queda un Gobierno que no cedió al chantaje de los terroristas. Nos queda un presidente, José María Aznar, que supo hacer frente a las amenazas de ETA. Nos queda la rebelión cívica de millones de españoles que salieron a la calle para decir "¡Basta ya!" a las amenazas de ETA. Precisamente todas estas piezas son las que conforman el espíritu de Ermua, un espíritu que diez años después sigue vigente pese a la deriva increíble e inexplicable del actual Gobierno socialista.

Ermua ha regresado al primer plano en este décimo aniversario. No sólo por el recuerdo de Miguel Ángel Blanco, por revivir aquellos días de gran emoción para todos los españoles, sino especialmente por Rodríguez Zapatero. Su actitud llena de cobardía, miedo y entreguismo a los terroristas ha provocado que lo que se vivió aquellos días abandone los libros de historia y se transforme en una necesidad perentoria. Ermua se ha convertido en una tabla de salvamento, en un punto de apoyo imprescindible para millones de españoles que se sienten huérfanos, abandonados por un Gobierno que ha puesto en marcha un proceso de rendición sin límites ante ETA.

Diez años después, todos recordamos a Miguel Ángel Blanco. Diez años después, queremos volver a vivir el espíritu de Ermua. Lo necesitamos para hacer frente a un presidente capaz de hacer cualquier cosa con tal de seguir en el poder. Ermua ya no es un recuerdo, es una necesidad; todos lo necesitamos para recordar que es posible aplicar el sentido común en la lucha contra el terrorismo. No es sólo algo que sucedió hace una década. Es lo que marca el camino hacia la libertad.

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