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Ignacio Villa

La necesidad de liderazgo

Mariano Rajoy ha dejado en su sitio a personajes como Fraga o Gallardón, a los que ha pedido sentido común y responsabilidad ante las elecciones generales.

Buen tono, mejor ritmo y un mensaje nítido han servido para que el discurso que este lunes ha pronunciado el presidente del Partido Popular haya sido el que la militancia popular estaba esperando, lo que le ha permitido afianzar su autoridad y mostrar su liderazgo. Mariano Rajoy ha sido proclamado oficialmente candidato a la Presidencia del Gobierno para la próximas generales y ha aprovechado la ocasión para poner en marcha la maquinaria electoral de su partido en todos los sentidos.

Mariano Rajoy, que en otras ocasiones ha podido pecar de una cierta ambigüedad en sus intervenciones, en esta ocasión ha huido de todo lo que pudiera provocar confusión. Rajoy ha sido muy duro y muy claro con los zascandiles de su partido, que llevan semanas mareando la perdiz con la sucesión, con la presencia de Rato o con la de Ruiz Gallardón. El líder de los populares ha querido subrayar que el próximo mes de marzo es clave para España y que no es momento para juegos de patio de colegio. Mariano Rajoy ha dejado en su sitio a personajes como Fraga o Gallardón, a los que ha pedido sentido común y responsabilidad ante las elecciones generales. Ya veremos sí estos personajes, más pendientes de sus intereses personales que de los del partido, terminan enterándose de qué va la cosa. Es cierto que quizá Rajoy tenía que haber dado antes el golpe en la mesa. Pero a partir de hoy ya no hay excusa alguna para los expertos en la trapisonda.

Otra de las cuestiones clave de la intervención de Mariano Rajoy ha sido el discurso nacional del presidente del Partido Popular. Después de las componendas políticas y de los fracasos electorales de los Matas, Piqué y compañía, el líder nacional del PP ha vuelto a articular su programa en un mensaje nacional, de salvaguarda de España, de sus valores y de sus símbolos. Esto es muy importante. El Partido Popular no puede caer en la trampa de los nacionalismos marginales, periféricos y siempre radicales. El gancho del PP es el gancho de un partido nacional sin matices, sin ribetes y sin colores. Es la fuerza de una España que Rodríguez Zapatero ha querido enterrar y que los populares deben recuperar como reclamo, no ya por estrategia sino como una verdadera necesidad.

En este sentido, lo que no ofrece duda alguna es que el Partido Popular debe tener muy claros sus objetivos y no caer en las trampas dialécticas de Blanco, López Garrido o De la Vega. Tiene que negarse a ofrecer una imagen artificial de aislamiento. Convencerse de su capacidad de convocatoria y de movilización. Saberse el último punto de enganche de millones de españoles que, ideologías aparte, necesitan algo sólido a lo que asirse.

Los populares tienen que dejar de lado los miedos y los complejos. No se pueden asustar con iniciativas como la de Rosa Diez que en las elecciones generales tendrán un papel irrelevante. El PP es la solución a los desaguisados de Zapatero, pero sus líderes y militantes deben convencerse de ello. No son una alternativa: son la alternativa. Pero han de saberse en posesión de la solución, y para ello es necesario un liderazgo claro, visible y decisivo. Ese liderazgo sólo es posible con Mariano Rajoy. La intervención de este lunes ante los suyos hace nacer cierta esperanza. Si Rajoy alimenta ese liderazgo nacional, la victoria electoral será una realidad. Por lo tanto, será muy importante que no se deje llevar, que no escuche los cantos de tibieza de los miedosos de siempre. España se la juega y ahora ya no valen medias tintas. Es la hora de la verdad.

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