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Alberto Briceño

Una constitución comunista para Venezuela

El árbitro electoral, el Consejo Nacional Electoral (CNE), es parcial y está totalmente corrompido; sus máquinas electrónicas mostrarán los resultados deseados por quien las programa; se pueden comunicar entre ellas y hasta con máquinas en el exterior.

Los venezolanos que rechazamos la esclavitud que Hugo Chávez insiste en imponernos confrontamos una disyuntiva crucial: votar o no en el referéndum del 2 de diciembre para aprobar la nueva Constitución. Con ella se pretende transformar el país al socialismo del siglo XXI, es decir, al comunismo puro.

La gran pregunta es votar o abstenerse. Los principales argumentos en contra de votar en el referéndum son:

  • El árbitro electoral, el Consejo Nacional Electoral (CNE), es parcial y está totalmente corrompido; sus máquinas electrónicas mostrarán los resultados deseados por quien las programa; se pueden comunicar entre ellas y hasta con máquinas en el exterior. Es imposible auditarlas, no habrá observadores independientes, ni nadie va a estar en las mesas de votación defendiendo los votos opositores. Si en 2006 la oposición no pudo proteger sus votos, mucho menos podrá ahora, sin testigos en las mesas y una compañía telefónica estatalizada, por cuya red pasa toda la información electoral.
  • Si el resultado ya está dispuesto que sea, digamos 75% a favor de la reforma, será mejor que muy pocos venezolanos voten. Se facilita el fraude si mucha gente vota.
  • Estaríamos convalidando el ventajismo y las barbaridades de éste y anteriores procesos electorales.
  • Los abusos de Chávez estarían más legitimados con una Constitución ampliamente aprobada que con una por la que muy pocos ciudadanos votaron.
  • No es moralmente aceptable votar por un texto que viola flagrantemente la Constitución vigente. Aunque pretende ser una mera "reforma", es un cambio radical y no podemos aceptar el cuestionamiento de derechos fundamentales, como la libertad y los derechos humanos de individuos.
  • La oposición debe insistir en que no se dan las condiciones para votar libremente.
  • La posibilidad de una altísima abstención hace temblar a Chávez.
  • Si la abstención es masiva, el resultado del fraude se desvaloriza.

Pero también hay argumentos a favor de participar en la votación:

  • Por más ventajismo que haya, siempre es posible acumular cierto número de votos y esgrimir que nos robaron votos.
  • Si según el Consejo Nacional Electoral pierde la oposición, digamos 55 a 45, y hay una alta participación, se le puede hacer difícil a Chávez gobernar con una Constitución cuestionada por tantos ciudadanos.
  • Si en 2005 hubiésemos votado y elegido a unos 20 parlamentarios, hoy habría 20 líderes de la oposición levantando sus voces en la Asamblea Nacional, en lugar de ser chavistas absolutamente todos los parlamentarios. Algunos abusos se hubieran evitado y el pueblo de Venezuela hubiera estado mejor informado de las fechorías del gobierno.
  • Si toda la oposición hubiese ido a votar en diciembre del año pasado, le hubiera sido difícil al CNE proclamar fraudulentamente la victoria de Chávez.
  • En el exterior no entienden la abstención y la ven como un regalo, del que después no se pueden quejar los venezolanos.
  • Es cierto que la oposición venezolana tiene todas las desventajas imaginables, ¿pero acaso no las tenía también Violeta Chamorro en Nicaragua en 1990?

La realidad la describe claramente el periodista Michael Rowan así: "Los votos se contarán en secreto y se anunciarán los números que desea Chávez". Pero diez días antes del referéndum, las encuestas demuestran que el público rechaza la reforma, a la vez que muchos alcaldes y gobernadores de estados no van a mover un dedo por la aprobación de una reforma constitucional que retrocederá todo el proceso de descentralización gubernamental.

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