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Jorge Vilches

Gallardón sin solución

La resolución de Rajoy podría dar la impresión de que Gallardón "pierde", pero no es así por dos motivos. Por un lado, el Alcalde ha conseguido mostrar a un Rajoy titubeante durante meses, con una indecisión que ha debilitado su imagen de líder sólido.

La resolución del problema Gallardón ha sido mala. El retraso en manifestar lo obvio –que el Alcalde de Madrid debía cumplir su compromiso con los ciudadanos que le concedieron su confianza para cuatro años–, sólo ha dado bazas a la izquierda. Han sido meses de rumores y especulaciones que han aumentado la imagen de división dentro del PP, alimentado ambiciones inoportunas, y desvirtuado el objetivo del partido, que es el de presentar un proyecto y un liderazgo sólidos para ganar las elecciones. El ejemplo de problema resuelto en el momento preciso fue el de la posible inclusión en las listas de Rodrigo Rato.

El modelo utilizado por Rajoy para decidir el envite de Gallardón no ha sido el más adecuado. Una norma básica del buen funcionamiento de los partidos políticos es que los problemas internos han de resolverse lo antes posible para evitar que se conviertan en crisis. La razón es que la resolución a tiempo condiciona tres elementos indispensables para ganar unas elecciones. El primero es la credibilidad del líder como político capaz de enfrentarse con decisión a cuestiones importantes, tanto como de dirigir a una organización. El segundo es la imagen del partido como una máquina sólida, constituida por un grupo unido para culminar un proyecto político, cuya cara pública es el líder del partido. El tercero es la confianza del electorado para dar su consentimiento (voto) no a una persona más o menos popular, sino a un líder y programa reconocibles y fiables.

Esta última cuestión es esencialmente decisiva en la derecha española, porque históricamente ante su electorado ha preferido recurrir más a la eficacia gestora que a la emotividad, más a los números que a las emociones. Todo lo contrario que la izquierda.

La resolución de Rajoy podría dar la impresión de que Gallardón "pierde", pero no es así por dos motivos. Por un lado, el Alcalde ha conseguido mostrar a un Rajoy titubeante durante meses, con una indecisión que ha debilitado su imagen de líder sólido. Por otro, ha generado una expectativa en el centro derecha, con una pregunta de corto recorrido pero letal: ¿qué hubiera pasado si Gallardón hubiera ido en las listas? Y en la política es muy importante la generación de esperanza o ilusiones. Esa pregunta se hará tanto si el PP pierde, sobre todo, como si no consigue mayoría absoluta, que es casi seguro.

El problema se ha convertido, por tanto, en crisis, como evidencia que la respuesta de Gallardón se posponga al conocimiento de los resultados electorales del 9-M. Posiblemente haya habido "imponderables" que han obligado a este retraso en la decisión, equilibrios, detalles y filigranas que sortear, pero ha faltado perspectiva y se eligió un modelo resolutivo equivocado.

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