Menú
EDITORIAL

Los estómagos agradecidos a Zapatero

Cabe destacar la respuesta firme y sin complejos de Mariano Rajoy y otros dirigentes del PP, que han optado por denunciar sin ambajes la inmoralidad, hipocresía y doblez de estos profesionales del más burdo clientelismo político

Lejos de adoptar una postura constructiva y menos servil, un grupo de artistas, algunos de los cuales son antiguos militantes del PCE y/o del Movimiento Nacional del General Francisco Franco, lideran la denominada Plataforma de Apoyo a Zapatero (PAZ). Como viene siendo habitual en los que fían su éxito profesional a las prebendas otorgadas desde el Estado, los autoproclamados representantes de la cultura, como si ésta consistiera en las producciones del cada día menos popular cine español y unas cuantas viejas glorias de la canción que no han lanzado un tema de éxito en muchos años se han zambullido en la campaña electoral promoviendo el caudillismo político y diseminando el odio contra todo aquel que no piense como ellos.

Entre las novedades de esta edición, el reclutamiento de varios deportistas, científicos y profesionales, entre ellos el doctor Montes, agradecido por el respaldo cerrado del PSOE frente a las reclamaciones de los afectados por sus prácticas irregulares. Además, la plataforma cuenta con una página web en la que figuran una canción en versión vocal, instrumental y tono para teléfonos móviles, así como un salvapantallas y un curioso vídeo en el que diversos personajes populares manifiestan su apoyo al presidente del Gobierno haciendo el gesto que en el lenguaje de los mudos significa "zapatero".

En cuanto al manifiesto, consiste en un vago y encendido elogio al pacifismo y el igualitarismo encarnados por Rodríguez Zapatero, al que sus artistas animan a proseguir por la senda del diálogo para que "el mundo siga mirando a España como un referente en la defensa de la paz y la solidaridad internacional".

Líder carismático y dador de todo tipo de bienes con lema, himno y hasta gesto propio; de no ser porque España continúa siendo un país democrático cualquiera pensaría que la iniciativa de los artistas es un intento por hacer regresar a nuestra nación a tiempos felizmente superados, cuando la población era animada a exhibir públicamente su adhesión al Jefe del Estado en formas parecidas a las usadas por PAZ.

Más allá de los guiños al lenguaje y a las técnicas de comunicación propias de regímenes totalitarios y a un discurso incendiario y ofensivo contra los que no estén de acuerdo con ellos –"turba mentirosa y humillante", entre otras lindezas que poco tienen que ver con la alegría, sino más bien con la ira– el alineamiento de este grupo con el actual Gobierno de España no es en absoluto sorprendente, pues nunca como hasta ahora el ejecutivo había hecho tanto esfuerzo, a través principalmente del Ministerio de Cultura, para asegurar a ciertos profesionales del arte unos ingresos fijos a costa de todos los contribuyentes, independientemente de que éstos quieran o no consumir sus productos. De nada ha servido pues la llegada al Gobierno del otrora independiente César Antonio Molina, cuya gestión al frente del Ministerio de Cultura ha sido bien dócil y obediente a las directrices del lobby de los abajofirmantes, que ni de lejos representan el sentir mayoritario en el seno de su profesión.

Como nota positiva, cabe destacar la respuesta firme y sin complejos de Mariano Rajoy y otros dirigentes del PP, que han optado por denunciar sin ambages la inmoralidad, hipocresía y doblez de estos profesionales del más burdo clientelismo político y de la búsqueda de rentas a expensas de un dinero que no es suyo. Esperamos que el nuevo discurso del PP se transmita a su programa electoral, que debe incluir medidas concretas, tales como la abolición del canon y el replanteamiento de toda la política de subvenciones culturales del Estado y las comunidades autónomas, para así incentivar el trabajo honrado y dificultar la creación de grupos de presión liderados por cúpulas politizadas y radicales. Sin olvidar los errores cometidos en el pasado, entre ellos los nombramientos de ciertos personajes que no hicieron sino constituir dudosas camarillas y repartir prebendas e influencias indebidas, que ahora se vuelven contra su partido. Como dice el refrán, "una y no más, Santo Tomás".

En Sociedad

    0
    comentarios