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Luis Hernández Arroyo

Cantos de sirena keynesianos

Las llamadas actuales a una mayor injerencia pública no parecen acertadas, dada la experiencia del pasado. Sin embargo, debemos estar preparados a oír más cantos de sirena. Es más, me temo que se acercan tiempos de regresión hacia un pasado de fracaso.

La crisis actual es mucho peor que la famosa estanflación de los 70, y mucho peor que cualquier situación comprometida que se quiera recordar desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Hay que remontarse a la crisis de 1929 para encontrar una gravedad similar a la que ahora vivimos.

En la estanflación de los setenta, las economías crecían, incluso ventajosamente respecto a la era posterior. Lo que cambió radicalmente tras la época del paradigma keynesiano fue la disminución inflación y el paro, lo cual demostró que los antikeynesianos como Friedman tenían razón.

EEUU 1970-1986 1987-2007
PIB 3.3 3.0
IPC 6.7 3.1
Paro 7.0 5.4

El secreto de este éxito fue la desregulación múltiple emprendida con el mandato de Reagan. Naturalmente, no todo ha sido perfecto, pero la verdad es que Estados Unidos fue la economía que antes y más exitosamente se adaptó a la liberalización. En realidad fue su impulsor. Se habla de "globalización" como un fenómeno natural e irreversible, pero no es así: detrás de él hay decisiones políticas muy impopulares, impopularidad que se debe a la cultura de cada país. En realidad, Europa se ha movido muy diversamente según el país, y ello no ha dependido de la pertenencia a la UE o al euro; por ejemplo, el Reino Unido acompañó a EEUU en la liberalización de los primeros tiempos, gracias a la coincidencia de mandatos de Reagan y Thatcher, mientras que en el continente los pasos en esa dirección fueron hechos con escasa decisión y al azar de los turnos de gobierno. España fue bastante más remisa que la mayoría; mucho más que Irlanda, por ejemplo.

Ahora, en España, a medio camino de las reformas mínimas aconsejables, algunos analistas privados e institucionales (como el Servicio de Estudios del BBVA, en su reciente Situación en España de abril de 2008) proponen que el Gobierno decrete una política fiscal expansiva, dado que no disponemos de una política monetaria propia y que, no estando "unificado" el ciclo europeo (pregunto: ¿creían que se iba a unificar gracias al euro?), el BCE no va a bajar los tipos a nuestra conveniencia. A esto lo llaman política fiscal "activa". ¿Por qué no llamarla directamente keynesiana?

La lección de aquellos años de estanflación es que la política keynesiana fracasó. Keynes predecía que la expansión monetaria sería insuficiente para reanimar la economía recesiva si los inversores perdían el apetito por el riesgo ("se puede llevar al caballo al abrevadero, pero no obligarle a beber") y que sería necesaria la demanda pública para animar el gasto.

Pero los años del paradigma keynesiano han dejado unas valiosas lecciones en la distancia entre lo que prometía y lo que logró. Keynes predijo que los aumentos del gasto/PIB y de la deuda/PIB serían transitorios y compensados en las fases alcistas, pero lo que se vio es que cada aumento de una unidad de gasto creaba un gasto burocrático adicional y un clientelismo adicto en progresión más que proporcional. Además, la demanda pública, inexorablemente, demostró que competía y expulsaba a la demanda privada en los mercados de capital, pues jugaba con la ventaja del menor riesgo de capital.

En suma, la "modulación" de la demanda al antojo de los políticos no sólo falló, sino que originó una sustitución de la economía productiva por el gasto improductivo. Poco a poco las decisiones de riesgo se fueron desplazando de los capitalistas a los burócratas, lo que se comprobó de creciente ineficiencia.

Las llamadas actuales a una mayor injerencia pública no parecen acertadas, dada la experiencia del pasado. Sin embargo, debemos estar preparados a oír más cantos de sirena. Es más, me temo que se acercan tiempos de regresión hacia un pasado de fracaso.

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