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Antonio Robles

De la lengua propia a la común

La lengua franca de Cataluña es el castellano porque es la lengua conocida por un mayor número de inmigrantes y la única que toda la población conoce. Y además, Cataluña no es una nación política reconocida jurídicamente.

El catalanismo es un movimiento profundamente reaccionario de raíz herderiana surgido a finales del siglo XIX. Imbuido de las ideas románticas que buscaban en el pasado brumoso medieval el material idóneo para reivindicarse como pueblo, se acogió a la lengua como instrumento de cohesión política para tornar a la imaginaria patria perdida.

Desde entonces, la lengua parece el fin, pero sólo es un medio. El fin es la reducción de la pluralidad real que les estorba a los nacionalistas para lograr esa unidad esencial de la patria que les define. Por eso el fin es un Estado propio (de facto, aunque no sea jurídicamente independiente), basado en una única nación cultural y lingüística, limpia de cualquier rasgo cultural distinto al que los nacionalista han definido como genuinamente catalán.

Todos los esfuerzos por excluir al castellano de las instituciones y de la vida social, sin que se note el cuidado, disimulándolo o negándolo cuando se nota, sólo son movimientos tácticos para conseguir el fin. Aunque a menudo, los excluidos confunden el medio (la imposición de la lengua) con el fin, reducir la pluralidad democrática de la sociedad catalana a la pureza cultural que los nacionalistas entienden como única y legítima.

Y las tácticas son cada vez más sibilinas. La última, la legitimación del catalán como lengua común. El recorrido hasta este concepto ha pasado por los siguientes pasos: Años 50 (Inicio de la reivindicación del bilingüismo); años 60 (Derecho a estudiar en lengua materna); años 70 (En català, si us plau); años 80 (El catalán como lengua vehicular de la enseñanza); años 90 (El catalán como lengua propia de Cataluña y abandono del bilingüismo); Primer Gobierno del Tripartito y aprobación del Estatuto en el 2005 (La lengua propia con rango jurídico y, por tanto, como oficial de la administración); Segundo Gobierno Tripartito o d’Entesa (El catalán como lengua de cohesión social), y ahora mismo: El catalán como lengua común. ¿Qué se deduce de tanto tactismo? Algo evidente: La sibilina exclusión del castellano a fuerza de legitimar al catalán como único idioma oficial de Cataluña.

Me pararé en este último "concepto de lengua común". La contestación social a la inmersión y a la imposición de la lengua propia como única oficial les ha convencido de que, con este marco legal, los tribunales acabarán por obligarles a rectificar sus políticas de exclusión. Por eso han empezado a reforzar el concepto de lengua propia con los de lengua común y cohesión social en textos, planes y proyectos. El último, en el Plan nacional per a Inmigració:

Per garantir que la societat diversa diferenciada tingui un espai compartit de convivencia i cohesió social a través d’una cultura pública comuna hi ha cinc reptes: la llengua catalana como a llengua comuna" es uno de ellos "per tal que la nació catalana continüi sent el referent de tota la població". "Compartir una llengua (defienden así a la lengua común) situa les persones que la parlen en un pla d’igualtat i s’eviten els riscos d’exclusió per motiu de desconeixement lingüístic.

En un mar de lenguas (ellos cuentan más de 300 con la intención de sugerir la imposibilidad de convivir sin una como garantía de cohesión social), es preciso una lengua franca, y han decidido que esta sea el catalán.

Nada que objetar, pero para optar por el catalán como lengua común frente al castellano han debido de presuponer, primero, que Cataluña es una nación políticamente independiente, además de cultural. De lo contrario, no tendría justificación ni fuerza jurídica. Además, han debido de presuponer también que el catalán es sociológicamente la lengua mayoritaria y más conocida. De lo contrario, no podría actuar como lengua franca.

Sólo hay un problema, que ambas presunciones son falsas: la lengua franca de Cataluña es el castellano porque es la lengua conocida por un mayor número de inmigrantes y la única que toda la población conoce. Y además, Cataluña no es una nación política reconocida jurídicamente. Es España, constitucionalmente, quien tiene ese estatus; y por lo mismo, sería la lengua franca de España, la común de todos los españoles, la que pudiera cumplir esa función. Por dos razones. En primer lugar la demografía, pues todos los españoles la conocen, incluidos los españoles catalanes y en segundo lugar por ser la más usada por los inmigrantes de toda España, incluidos los inmigrantes de Cataluña.

Por tanto, si es útil y convincente que haya una lengua común en Cataluña, esta habría de ser el castellano. Pero además, la ampara una razón constitucional: el español es la única lengua común y oficial de todos los españoles, siendo la única cuya comprensión puede serle supuesta a cualquier efecto a todos ellos; por tanto, ésta habría de serlo también de Cataluña.

Hay un último argumento moral: las instituciones del Estado amparan el bilingüismo en las comunidades con dos lenguas. La lengua común de los españoles no excluye a las demás. Por el contrario, las instituciones regidas por los nacionalistas, excluyen a la lengua común de todos los españoles.

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