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Michelle Malkin

Igual que Angelina y Brad

El reportaje en People, que a principios de este año se deshacía en elogios hacia el candidato con la excusa de una fotografía de Obama a pecho descubierto y en bañador, iba a ser el primer y último vistazo "en exclusiva" a la vida en el hogar Obama.

Imposible hacer la cola de la caja del súper el pasado fin de semana sin ver las sonrisas Profidén de la familia Obama. Estaban las hijas pequeñas de Barack Obama (cuya privacidad sus padres dicen querer proteger tan religiosamente) mostrando sus centelleantes fundas dentales en la portada de la revista People. Malia y Sasha competían por la atención de los lectores contra la hija pequeña de Brad Pitt y Angelina Jolie, Shiloh, cuya angelical cara aparecía en primera plana de otro tabloide sensacionalista. Junto a ellos brillaba la actriz de tercera categoría Lindsay Lohan y su nueva amante lesbiana. ¡Oh!, y ese "hombre" antes embarazado que acaba de dar a luz a una niña. Los Obama encajan sin problemas en esta galaxia de cultura pop de los cotilleos de Hollywood.

El reportaje en People, que a principios de este año se deshacía en elogios hacia el candidato con la excusa de una fotografía de Obama a pecho descubierto y en bañador, iba a ser el primer y último vistazo "en exclusiva" a la vida en el hogar Obama. Sabiendo lo que sabemos del Obama que conocemos ahora, probablemente no será el último.

Se han cebado con los niños desde el programa televisivo de cotilleos Access Hollywood, comentado hasta el hartazgo su romance en la revista US Weekly, y lanzado de golpe a Michelle O. (la supuesta mujer "corriente" a quien el Obamesías declara más allá de la crítica de la opinión pública) frente a las cámaras para hablar como por casualidad ante la audiencia de The Colbert Show y The View. Piensan que su táctica doble en la prensa sensacionalista (mostrar su verdadera cara elitista a puerta cerrada, pero interpretar la familia feliz de cara a los aduladores de Obamedia) está funcionando. Teniendo en cuenta nuestra cultura idiotizada obsesionada con los famosos, probablemente tengan razón.

¿A quién le importa la peligrosa ausencia de experiencia de Barack Obama en política exterior, sus longevas vinculaciones con radicales de la extrema izquierda y terroristas nacionales, y sus acuerdos de negocios con corruptócratas de Chicago? La revista People le toma la medida a lo que verdaderamente importa en esta crucial campaña presidencial: Michelle jugando al hulahop con sus hijas. ¡Son como cada hijo de vecino! Los chicos celebran fiestas de pijamas. ¡Son como cada hijo de vecino! Barack hace la colada, pero no dobla la ropa. ¡Son como cada hijo de vecino! Los chicos tienen paga. ¡Son como cada hijo de vecino! Los Obama llevan ropa normal mientras hacen cosas normales. ¡SON COMO CADA HIJO DE VECINO!

En la mayor parte de las revistas de cotilleos hay un apartado popular que tilda a las celebridades de "normal" frente a "no normal" o "diva" vs. "campechana." Se supone que esto humaniza a las estrellas y hace sentir mejor a los seguidores de las celebridades con su vacuo culto al famoso. Los paparazzi sorprenden a gente famosa "normal" en momentos corrientes (sacando la basura, preparando perritos calientes, jugando con sus hijos por el patio) y los editores de la publicación los comparan con fotografías de famosos "no normales" en poses elitistas (caminando con sus asistentes paraguas en mano, rodeados de siete guardaespaldas y tres niñeras, subiendo a bordo de sus aviones privados, etc.). El defecto fatal de la campaña de propaganda "los Obama son gente corriente" en las publicaciones sensacionalistas es que al contrario que las fotografías inocentes de celebridades normales y campechanas sin maquillaje ni séquito, las fotografías de los Obama en modo "normal" son montajes fotográficos cuidadosamente orquestados.

Mientras Snob-ama se queja de los electores paletos "resentidos" que "se aferran" a sus armas y su religión y lloriquea por el precio de la rúcula cuando le pillan sin guión en mano, Michelle Soyigualquetú presume astutamente de comprar su ropa de verano en el minorista H&M. Con estudiado desenfado, confía a los reporteros que a ella no le importa si las camas de los chicos están hechas a la perfección. Ya. Los Obama hacen de todo excepto meterse el dedo en la nariz para que las cámaras reflejen la realidad de la gente corriente. Los taquígrafos de Obamedia en la prensa del famoseo (y a estos efectos, también en la seria) se lo tragan todo. Y también el pueblo americano. El antiguo editor de la revista Star Bonnie Fuller, citando una encuesta que muestra que a más adultos les gustaría invitar a Obama a una barbacoa de verano que a McCain, elogiaba a los Obama en la era de la publicidad como los "Brangelina del mundo político."

Obama y sus paparazzi políticos están aprovechando la estupidez de la gente y el culto a la personalidad para llevarle hasta la Casa Blanca. Desafortunadamente, la suerte juega a su favor. Simplemente intente hablar con una de las millones de personas enfrascadas en la lectura de People o Us acerca de la relación de Obama con Jeremiah Wright o Bill Ayers, sus radicales cambios de opinión a propósito del incremento de tropas en la guerra de Irak y su imprudencia sin paliativos con respecto a Irán y verá a qué me refiero. La expresión de exaltación de un periodista en las jornadas de la agencia de noticias para minorías étnicas Unity este fin de semana resume la fascinación reverente que alimenta el fenómeno Obama: "¡Me tocó! Y aún así, es MUUU campechano".

Vamos lanzados hacia un Gobierno de idiotas, por idiotas y para los idiotas.

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