Todavía hay en España empresarios hoteleros decentes, como don Antonio Catalán, que se niegan a subcontratar en miserables condiciones al personal de limpieza.
Mucha gente se pregunta si no hubiera sido mejor no haberlo derrocado. Mi respuesta sigue siendo la misma que la de aquellos años: no había otra opción.
La solución para pasar unas fiestas como Dios manda es bien fácil: sólo hay que hacer lo contrario de lo que piden Bergoglio y el resto de radicales izquierdistas.