Mientras que vuelcan sobre España el más agónico de los desprecios (autoritaria, franquista, casposa), juzgan la Antiespaña con una prudencia exquisita.
Cuando Roca habla de volver a empezar, a lo que se refiere es volver a intentar obtener para su región los privilegios que con el chantaje de la independencia no han sido capaces de lograr.
Maestre anda cortita de economía. No tanto como su compañero al cargo de la Concejalía de Hacienda, pero, aun así, la portavoz no está para hacer alardes en el terreno de los números.
El Gobierno debe dejar meridianamente claro que no hay nada que negociar con los golpistas, a quienes la Justicia debe hacer pagar el tremendo daño que están causando.
Es hora de que la UE deje la tibieza y respalde la actuación de España contra el golpe a la legalidad democrática de uno de los nacionalismos más virulentos de Europa.
Van a estrellarse. Y me refiero a ellos, a los separatistas y a sus compañeros de viaje, los nacional-hermafroditas de Inmaculada Colau y su escaldado corresponsal en Vallecas.
Lo que ha pasado en España ha desembocado en la farsa de un pacto de quejicas: unos fingen en Madrid que están matando al golpismo y los golpistas en Barcelona fingen que los matan.
Si no puedes con tu enemigo, únete a él. No para asimilarte sino, muy al contrario, para transformarlo desde dentro, sutil y subrepticiamente. Esto es lo que propone el 'paternalismo liberal' respecto al Estado.
El recuerdo de aquellos españoles sigue vivo en Dinamarca. Andersen escribió que mientras que los soldados franceses se caracterizaban por su altanería, los españoles eran "bondadosos y amables".