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Carmelo Jordá

La culpa es tuya, Pablo

Podemos se puede quedar en poco más que un grupúsculo radical de regreso a la marginalidad de la que nunca debió salir.

Podemos se puede quedar en poco más que un grupúsculo radical de regreso a la marginalidad de la que nunca debió salir.
Pablo Iglesias | EFE

Que Podemos tiene un problema con el nacionalismo era algo que sabíamos todos menos, al parecer, Pablo Iglesias, que con su leninismo de boina y mesa camilla se había creído de verdad que todas las crisis, también la catalana, iban a ser una oportunidad para subvertir el orden democrático y volarlo desde dentro.

La encuesta del CIS que se ha conocido este martes es algo así como la puesta de largo, la confirmación oficial de que Podemos está cayendo a plomo, tal y como habían adelantado casi todos los demás sondeos.

Hay, además, una serie de datos interesantes dentro de la encuesta que hacen la situación del partido morado más complicada todavía: el trastazo que se pega en intención directa de voto, quedando por debajo de Ciudadanos, por ejemplo; o que prácticamente todos los votos los pierde en aquellos territorios en los que Podemos acude en solitario a las urnas, sin el soporte de sus confluencias, que, tanto en Cataluña como en Valencia y Galicia, aguantan mucho mejor que los de Iglesias en solitario.

Podemos se hunde por el centro y eso es bueno, porque agudizará la centrifugación de un partido que tiene su principal debilidad en un discurso nacional insostenible; básicamente porque no es que no crean en la nación española –¿quién cree en ella entre nuestra clase política?–, sino porque sí creen en todas las otras naciones en las que es posible y hasta imposible creer en España.

Pero Iglesias prefiere culpar a la "Brunete mediática" y lamentar el presunto maltrato que sufre en los medios. Debe de ser eso, de hecho me dicen que hay programas de La Sexta en los que sólo sacan a cuatro o cinco portavoces de Podemos cada día. Si eso no es una persecución, que venga Vladímir Ilich Uliánov y lo vea.

Lo cierto es que, aunque él está convencido de que nadie puede estar preocupado por el futuro de ese país que tiene una "cutre pachanga fachosa" como himno, las bromitas sobre el "España se rompe" han acabado: ahora todos los españoles hemos tomado conciencia de que no es que se pueda romper, es que llevan décadas rompiéndola.

En ese entorno, y sin poder estirar más las mentiras sobre las hordas de hambrientos abandonados a su suerte durante la crisis económica, Podemos se puede quedar en poco más que un grupúsculo radical de regreso a la marginalidad de la que nunca debió salir.

Y lo siento, Pablo, pero, por mucho que culpes a los medios de comunicación, de los que tanto te has servido, la culpa es tuya, toda tuya y nada más que tuya.

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