
Hace 25 años, en febrero del 2000, se produjo en El Ejido (Almería) una de las mayores revueltas raciales en la historia reciente de España, conocida como los disturbios de El Ejido. Durante varios días, la localidad almeriense fue escenario de graves incidentes violentos dirigidos contra la comunidad inmigrante, principalmente marroquí. Tres asesinatos en menos de 15 días a manos de inmigrantes, fueron demasiado para un pueblo harto.
Días antes del asesinato de una chica y la oleada de violencia posterior, se habían producido dos asesinatos de agricultores españoles a manos de inmigrantes. El 22 de enero del año 2000, un marroquí asesinó a dos vecinos, golpeando con una piedra al primero y degollando con un cuchillo al segundo. Este hecho desató el dolor y el descontento entre la población, que observaba la llegada masiva de inmigrantes, a veces indocumentados. El asesino fue detenido y condenado a 34 años de cárcel.
El 30 de enero tuvo lugar una enorme concentración cívica de protesta bajo el lema "El Ejido contra la violencia", en respuesta a la creciente inseguridad. Sin embargo, esta manifestación pacífica derivó en altercados durante la noche y la madrugada.
Comercios quemados
Los disturbios comenzaron tras el asesinato de una joven española a manos de un inmigrante marroquí. Esta fue la gota que colmó el vaso y el detonante de una oleada de violencia que duró tres días. Grupos de vecinos atacaron a la comunidad inmigrante incendiando viviendas, comercios y vehículos de inmigrantes. Además, cortaron las carreteras. Con el caos sembrado en las calles de El Ejido, el gobierno de José María Aznar, movilizó a más de medio millar de efectivos policiales para restaurar el orden en la localidad.
Por las noches, las protestas se intensificaron. Grupos de jóvenes armados con palos y barras de hierro provocaron altercados en núcleos habitados por inmigrantes, también se atacaron ONG y comercios regentados por inmigrantes. La policía, desbordada por la magnitud de los disturbios, tardó en intervenir, permitiendo que los ataques continuaran sin un control inmediato.
No solo fueron los ejidenses quienes participaron en estos disturbios. También en municipios colindantes y en otras provincias se produjeron incidentes relacionados con la situación de El Ejido.
"El que le da papeles a los moros"
El alcalde de El Ejido, Juan Enciso, contribuyó a la tensión con declaraciones como: "A las seis de la mañana hacen falta todos, a las seis de la tarde sobran todos". Tras el funeral de la joven asesinada, los ánimos estaban a flor de piel y el subdelegado del Gobierno en Almería, Fernando Hermoso, fue agredido. Se le identificó como "el que da papeles a los moros" y ni su chófer ni el delegado de Gobierno pudieron evitar que recibiera golpes antes de ser rescatado en un coche, que luego fue apedreado y destrozado.
Las protestas culminaron en una huelga general, en la que se exigió mayor seguridad y mayor dureza contra la inmigración que delinque y genera conflictos. Mientras tanto, el ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, pedía "calma y serenidad", advirtiendo que "la Ley caerá implacablemente tanto sobre el asesino, como sobre aquel que se tome la justicia por su mano".
Estos altercados generaron gran polémica política y mediática. La localidad no olvida estos asesinatos que reflejaron la tensión racial y social existente en algunas zonas de España con alta inmigración y la dificultad de integración. Dicho de otro modo, fue el punto de inflexión de un debate migratorio que sigue vigente 25 años después en España.


