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Juan Soto Ivars

Vivía en el infierno

Si algo me dice la obra del último Panero es que la vida es una pesadilla, que el poeta vivía en el infierno.

Si digo que quien llore la muerte de Leopoldo María Panero es un hipster descerebrado no es porque me parezca que Leopoldo era un mal poeta. Tuve varias ocasiones de ver a Leopoldo María Panero y para hablar (es un decir) con él. En los últimos tiempos lo vi en un recital donde se meó encima, y le vi desamparado mientras el público entregado llamaba genio a un hombre deshecho. Alguna gente más me habló de estos episodios.

A los locos se los admira y se los quiere de forma utilitaria, porque el loco es la persona sin amigos. Si alguien ha sido realmente amigo de Leopoldo María Panero, que me perdone por decir esto. Que me perdone Laura Navajas Espinal, por ejemplo, yo no quiero achicar tu afecto por el poeta. Seguro que había excepciones en el tramo final de la desgracia de un poeta loco. Seguro que había momentos de ternura. Si algo me dice la obra del último Panero es que la vida es una pesadilla, que el poeta vivía en el infierno. Yo hablo como lector y como persona que le ha visto varias veces y ha hablado con él en la medida de lo posible. Conozco su obra al dedillo. Sé leer sus poemas y sus relatos, una obra levantada sobre el sufrimiento. Para mí ha terminado el sufrimiento de Leopoldo María Panero y siento un gran alivio. Él mismo escribió unas líneas sobre este momento hace muchos años. Me las sé de memoria:

Hace mucho tiempo que llegué aquí: a este lugar en donde termina la vida del hombre. Dicen que me trajo un ciervo… un ciervo enloquecido golpeando la página, golpeando la página hasta morir.

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