
El príncipe Andrés de Inglaterra emitió el 17 de octubre un comunicado a través del palacio de Buckingham por el que decidía dar otro paso atrás, tras abandonar sus funciones reales hace cinco años. "Tras conversaciones con el Rey y mi familia inmediata y más amplia, hemos concluido que las continuas acusaciones contra mí distraen del trabajo de Su Majestad el Rey y de la Familia Real. He decidido, como siempre, anteponer mi deber hacia mi familia y mi país", declaró. "Mantengo mi decisión de hace cinco años de retirarme de la vida pública. Con el consentimiento de Su Majestad el Rey, considero que ahora debo dar un paso más. Por lo tanto, ya no usaré mi título ni los honores que me han sido conferidos. Como ya he dicho, niego rotundamente las acusaciones en mi contra", concluye.
Cronología de una caída: de estrella de la Familia Real a oveja negra

El príncipe Andrés, tercer hijo de la reina Isabel II y del príncipe Felipe, duque de Edimburgo, fue siempre el hijo favorito de su madre. Héroe de la guerra por su participación como piloto de helicópteros en la guerra de las Malvinas y miembro destacado de la Familia Real británica durante mucho tiempo, su reputación se vio afectada por los escándalos a lo largo de los años: de tipo legal, por relacionarse con personas de dudosa reputación o incluso por su vinculación con un espía chino que operaba en Gran Bretaña y que tuvo que ser expulsado del país por suponer "una amenaza para la seguridad nacional". En el teléfono móvil del espía se encontró sustanciosa información y fotografías de su relación con el príncipe Andrés, y que le había permitido acceder a eventos en el palacio de Buckingham, en el castillo de Windsor o en el palacio de Saint James, así como a la celebración del 60º cumpleaños del duque de York.
Aunque el escándalo más grave llegaría cuando fue implicado en el caso de Jeffrey Epstein, el financiero estadounidense acusado de tráfico y abuso sexual de menores. Tres años después del fallecimiento de Epstein en prisión, el escándalo se reavivó cuando una joven llamada Virginia Giuffre publicó una fotografía en la que aparecía con el príncipe Andrés abrazándola junto a la cómplice de Epstein, Ghislaine Maxwell, posteriormente condenada por cinco cargos, entre ellos el de tráfico sexual de menores.

Esa fotografía marcó el inicio de la caída del príncipe y se agravó con la entrevista concedida a Emily Maitlis en la BBC, donde intentó, sin mucho éxito debido a su actitud arrogante, explicar que había cortado su relación con Jeffrey Epstein en 2010, cuando este se declaró culpable. Hace poco se ha descubierto que Andrés mintió en su entrevista, ya que en 2011 escribió a Epstein: "¡Estoy igual de preocupado por ti! ¡No te preocupes por mí! Parece que estamos juntos en esto y tendremos que superarlo. Si no, mantente en contacto y pronto volveremos a jugar". Finalmente, y poco después de la entrevista, el príncipe Andrés se retiró de sus funciones.
Por su parte, Virginia Giuffre, la joven que aparecía en la fotografía, acusó en 2021 al príncipe Andrés de ser obligada a mantener relaciones con él cuando era menor de edad. El príncipe Andrés llegó a un acuerdo extrajudicial por el que pagó a Giuffre una cifra millonaria, que nunca trascendió, y que se sufragó gracias a los fondos privados de la reina Isabel II, para así evitar un juicio que podría haber destruido la imagen de la monarquía cuando estaba a punto de celebrarse el Jubileo de Platino de la soberana.
La renuncia a sus títulos y tratamientos
La decisión del príncipe Andrés de renunciar a sus títulos y tratamientos se produce después de la filtración de correos electrónicos que muestran la cercanía que tenían tanto Andrés como su exmujer, Sarah Ferguson, con Jeffrey Epstein. En uno de ellos, consideraba a Epstein un "amigo fiel, generoso y supremo" y le pedía perdón por haberse visto "obligada a renegar de él públicamente" excusándose de que sus contratos para escribir libros infantiles corrían peligro. Las consecuencias a estas informaciones no se hicieron esperar: seis organizaciones benéficas rompieron sus vínculos con ella, y el Rey Carlos III advirtió a Andrés y Sara que no serían bienvenidos en la Navidad que la Familia Real celebra en Sandringham, un gesto que a muchos les pareció insuficiente.
Días después, se filtraron en 'The Guardian' varios capítulos del libro de memorias de Virginia Giuffre y que llevan por título"Nobody's Girl: A Memoir of Surviving Abuse and Fighting for Justice" y que saldrá a la venta el 21 de octubre. Giuffre narra su historia y denuncia que era apenas una adolescente de 16 años, cuando en el año 2000 la socia de Epstein, Ghislaine Maxwell la contrató como masajista para Epstein y acabó siendo su sirvienta sexual, aunque no fue el único abusador. Cuenta que ¡el príncipe "creía que tener sexo conmigo era su derecho de nacimiento". Asimismo narra que hubo hasta tres encuentros sexuales con el príncipe, en Londres, Nueva York y en las Islas Vírgenes. Después de su primer encuentro sexual, Maxwell le dijo: "Lo hiciste bien. El príncipe se divirtió". "Epstein me dio 15.000 dólares por atender al hombre al que los tabloides llamaban 'Randy Andy'".
La decisión de Carlos III
El clamor para que Carlos III tomara alguna decisión contra su hermano era cada vez más grande. Tanto el príncipe Guillermo como el rey tenían claro que la situación era insostenible y que Andrés no podía seguir actuando como duque de York.
La decisión no era sencilla ya que el rey de Inglaterra no tiene la potestad para quitar un título nobiliario, puesto que es necesario iniciar un procedimiento legislativo y que el Parlamento respalde esa decisión (algo complicado y que lleva su tiempo). Es decir, sólo el Parlamento tiene la potestad de retirar un título. La última vez que el Parlamento aplicó la Ley de Privación de Títulos fue en 1917 cuando se retiró el título nobiliario a personas consideradas enemigas del Reino Unido durante la Primera Guerra Mundial. Además, según dicha Ley, el primer titular no puede renunciar y los sucesores no pueden renunciar durante el primer año.
Finalmente Andrés aceptó lo que se le ofreció después de negociar con el Rey: renunciar voluntariamente al uso de sus títulos, que son el de duque de York, conde de Inverness y barón Killyleagh aunque mantiene el título de príncipe por ser hijo de la reina. Asimismo, no recibirá tratamiento de Alteza Real y dejará de ser caballero de la Muy Noble Orden de la Jarretera, la más prestigiosa del Reino Unido y la Real Orden Victoriana. Tampoco volverá a participar en las celebraciones de la familia real, como la misa de Sandringham. Su exmujer, Sarah Ferguson tampoco podrá utilizar el título de duquesa de York, título que mantenía desde su divorcio como una cortesía de la reina Isabel II con ella.
Esta decisión no afecta a sus hijas, la princesa Beatriz, que ocupa el noveno lugar en la sucesión al trono, y la princesa Eugenia, que ocupa el duodécimo lugar, ya que son princesas de nacimiento y nada les impide mantener su actividad tanto pública como privada, como hasta ahora.
De momento, Andrés continuará viviendo en Royal Lodge si bien el Rey le pidió que abandonara el lugar. Andrés se aferró al contrato de arrendamiento de 75 años firmado en 2003, con un coste inicial de cinco millones de libras y otros 7,2 millones en los dos años siguientes a su mudanza, y por el que tendría que hacerse cargo del mantenimiento.

