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A propósito de 'Carta a Eva'

Eva Perón salvó la vida de la hija de Concha Piquer

El reciente estreno de la serie Carta a Eva nos lleva a recordar un hecho desconocido de la vida de las dos implicadas.

El reciente estreno de la serie Carta a Eva nos lleva a recordar un hecho desconocido de la vida de las dos implicadas.
Cartas a Eva

Se estrenó el pasado jueves la serie televisiva Carta a Eva, de sólo dos capítulos. Con varios premios internacionales conseguidos, se trata de un elaborado trabajo sobre la visita oficial que la entonces –año 1947- primera dama argentina hizo a España. Franco y su esposa la agasajaron espléndidamente. Y a cambio, la controvertida dama se comportó altanera, aunque mediara para que la comunista Juana Doña, condenada a muerte, obtuviera la conmutación de la última pena por la de treinta años de prisión.

Eva Duarte, hija adulterina de un terrateniente argentino, fue actriz de radionovelas y ocasional aspirante a estrella de cine. Ya desarrollaba un carácter arrogante entonces, al punto de enfrentarse cierto día con la consagrada Libertad Lamarque. Ésta resolvió la situación abofeteándola. Y aquella no olvidó la afrenta y cuando conquistó el corazón del presidente Juan Domingo Perón, movió los hilos para que Libertad abandonara Buenos Aires y se estableciera en México por muchos años. Me lo confirmó la propia exiliada durante las dos conversaciones que mantuve con ella en Madrid. Quienes la recuerden, convendrán conmigo que fue una gran figura del cine y la canción.

Y otro gran actor argentino, aunque nacido circunstancialmente en Cuba, Pastor Serrador, que bordaba los papeles de cínico y dandy, me confesó una tarde en su casa madrileña de la calle de los Peligros que fue amante de Evita, soportando sus caprichos y mal genio. Como era secretario de la Unión de Actores argentinos, contraria a la política peronista, se vio obligado a "salir por piernas" del país, asentándose en España a partir de 1952. Ni que decir que ella, ya en el palacio presidencial, no lo impidió. Tampoco era cosa que su marido, el general, se enterara de sus amoríos con el actor. Que fue uno más en una larga lista de enamorados.

En un almuerzo que tuve en Lhardy, José María Areilza, que fuera embajador español en Argentina durante el mandato de Perón, nos dijo que en vísperas del viaje de Evita a Madrid en 1947 le entregó, en nombre del Jefe del Estado, la Gran Cruz de Isabel la Católica, joya con perlas, brillantes y rubíes. Y entre otras confidencias, contó que tuvo que soportar muchas veces la intemperancia de aquella dama, por otra parte entregada a causas sociales, líder de los desposeídos de su país, en un permanente ejercicio de política populista y demagógica.

Cierto es que la Argentina de Perón fue la única nación que nos prestó ayuda cuando España estaba internacionalmente aislada. Mas el mismísimo jefe del Estado, según reflejaba su primo (el teniente general Franco Salgado-Araujo) en un libro de conversaciones con él, le confió que, en realidad, tuvimos que pagar cinco veces más de lo que valía el trigo que nos mandaron. Amén de que luego boicotearon otros envíos y una treintena de barcos españoles hicieron el viaje en balde a Buenos Aires y regresaron de vacío. Por no seguir hablando de los millones que costó a nuestras arcas los agasajos y regalos a Evita en esa histórica visita a España en 1947, reflejada en la serie de televisión ahora estrenada.

Eva Perón era admirada, muy querida por millones de argentinos, de clase humilde, obrera. La oligarquía la odiaba y ella también a su vez, en justa correspondencia. Les vamos a contar un episodio tal vez no muy conocido. Concha Piquer, la reina de la copla, fue muy amiga de Evita (a quien en España llamaban "La Perona"). Y eso mucho antes de que se convirtiera en la primera dama argentina. Al punto de que tras casarse ésta con Perón, la celebración nupcial tuvo lugar en la lujosa residencia en el barrio bonaerense de Belgrano que había alquilado la artista valenciana. Evita visitaba a menudo a Concha. Y esta a su vez le devolvía el cumplido yendo a la Quinta Presidencial de Los Olivos. A Conchín Márquez Piquer, la única hija de la creadora de Ojos verdes, Evita, que era su madrina, le decía: "No te olvides de que soy para ti tu segunda madre". En 1948, cuando Conchín contaba cinco años, cayó enferma de tifus. La única manera de salvarla era administrándole cloromicetina, fármaco entonces en fase experimental en los Estados Unidos, sin comercializarse aún en Europa. Concha Piquer recurrió a Eva Perón. Y en pocas horas, a través de la Embajada de Argentina en Madrid, aquel medicamento (unas cápsulas blancas y azules que nunca olvidarían madre e hija) llegó al aeropuerto de Barajas en un avión especial fletado para la ocasión por una orden de Evita. Y Conchín se salvó muy probablemente de una muerte segura. Jamás olvidó Concha Piquer aquel magnánimo y desinteresado gesto de su gran amiga. Cuando el 26 de julio de 1952 murió Evita Perón, Concha Piquer se hallaba actuando con su compañía en Bogotá. Inmediatamente suspendió la función.

Hoy, la figura de Eva Duarte de Perón sigue siendo recordada en Argentina. En España, se la rescata con esta serie de TVE. Y acaso, las nuevas generaciones sólo retengan en su memoria la ópera-rock y la película que la evocaban. En cualquier caso, fue una mujer singular.

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