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Mila Ximénez, una vida marcada por el sufrimiento y el drama

Vivió numerosos fracasos sentimentales, tuvo graves problemas económicos que le llevaron a renunciar a su hija y a intentar suicidarse.

Vivió numerosos fracasos sentimentales, tuvo graves problemas económicos que le llevaron a renunciar a su hija y a intentar suicidarse.
Mila Ximénez | Cordon Press

Mila Ximénez, conocida por su mal genio y sus polémicas, es una de las concursantes mejor pagadas en Supervivientes, con 30.000 euros semanales, y que reconoce irse hasta Honduras porque necesita alejarse de Sálvame y de su actual vida.

Ahora disfruta de una estabilidad económica y psicológica que no siempre ha tenido, tal y como recuerda Pronto. Su vida ha estado marcada por el drama y los problemas, de los que ha conseguido reinventarse y salir para adelante.

Ella misma ha reconocido en incontables ocasiones que "era incapaz de recordar ciertas cosas de su pasado" porque "su cerebro quiere protegerle, porque vivió años muy duros". Justifica su pasado diciendo que "para ser feliz tienes que tener a tu lado un amor agradable y que ella ha estado con canallas que no le han aportado nada".

Para entender quién es ella hoy es necesario empezar por lo básico: nació el 21 de mayo de 1952 en Sevilla, en una familia de clase media y tiene tres hermanos: Concepción, Manuel y Encarnación. En sus inicios profesionales estuvo trabajando como auxiliar de enfermería y después probó suerte con el periodismo, aunque empezó la carrera pero no la acabó, y estuvo en varios medios de comunicación, como ABC o La Revista.

Todos los hombres que han pasado por su vida la han marcado de una u otra forma. Su primer amor fue Roberto, un médico con el que estuvo 10 años y que la maltrató psicológicamente. El siguiente fue Manolo Santana y con él se casó por lo civil en 1983. "Me casé enamoradísima. Pero fue una relación muy complicada. No sé por qué me fui, pero me fui", confesó. Fue con él con quien conoció ese mundo "tóxico, amoral e inmoral, en una noria de fiestas y de excesos".

De esta relación nació Alba, en 1984, pero dos años más tarde el matrimonio se separó. Los primeros seis años la pequeña vivió con la periodista, hasta que su trágica situación le llevó a dejar a su hija con el tenista durante cuatro años, para que luego volviera con Ximénez y a los 12 años regresara con él porque ella solo quería "alejarla de cualquier cosa que pudiera hacerle daño".

Su relación con el tenista ha estado jalonada por numerosos escándalos mediáticos, y ahora ella no lo soporta. Además, siempre ha reconocido que el día más triste de su vida fue cuando cedió la custodia de su hija al padre de ésta porque "estaba tan mal de dinero que prácticamente vivía dentro de un coche".

Otro de los hombres que pasaron por su vida fue Antonio Arribas, relación que tampoco acabó bien, y con quien conoció más profundamente el mundo de las drogas y los excesos: "Con él conocí las noches de pasión, el sexo, las drogas y el alcohol", pero decidió dejar todo ese mundo "por su bien y por el de su hija".

Por otro lado, tuvo un affaire de una noche con Encarna Sanchéz. La radiofónica le convenció para que se comprara una casa en La Moraleja y cuando ésta quiso la despidió y la dejó en la calle con una deuda enorme "y cayendo en la absoluta ruina". José Sacristán también se suma a la lista de amantes que pasaron por su vida, como Pepe Sancho, a quien describe como "una de esas partes negras de mi vida que no quiero recordar". De Julián Lago tampoco guarda un buen recuerdo. También se la relacionó con Emilio Rodríguez Menéndez pero ella siempre lo ha desmentido.

Por último, a esta lista llena de fracasos, errores, sufrimiento y drama hay que sumarle sus intentos de suicidio. Su problemas económicos, su inestable situación, su casi inexistente relación con su hija, el tener que ceder la custodia, la soledad, la tristeza y la desesperación le llevaron en varias ocasiones a intentar acabar con su vida. "Pensé muchas veces en suicidarme. De hecho, mi hermano vino una vez a Marbella a recogerme, porque yo le dije que no quería vivir. Llegó a las 3 de la mañana a mi casa y yo ya estaba inconsciente".

Después de todos estos momentos trágicos, ahora mantiene una relación estupenda con su hija y sus nietos, tiene una vida más estable y piensa disfrutar segundo a segundo de su estancia en la isla.

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