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'El Puma': "Quiero morir cantando en un escenario"

Se niega a retirarse a pesar de su enfermedad incurable.

Se niega a retirarse a pesar de su enfermedad incurable.
'El Puma' | Cordon Press

Duro, muy duro resulta escuchar de labios de José Luis Rodríguez El Puma esta decisión: "Quiero morir cantando en un escenario". Ya les adelantó Chic hace tres semanas la triste nueva por la que atraviesa el popular cantante venezolano, apareciendo en su hasta ahora última actuación en Barranquilla (Colombia) abrazado a un tanque de oxígeno. Su actuación fue penosa en tan dramáticas circunstancias, víctima de una fibrosis pulmonar que le diagnosticaron hace un par de años. Incurable, no hay remedios para hacer frente a ella. Mientras, el día a día de un enfermo transcurre con grandes dificultades respiratorias. Se trata de una enfermedad crónica rara caracterizada por una progresiva cicatrización de los pulmones. A la memoria nos viene el caso del cantaor malagueño Antonio Molina, que también la padeció.

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El Puma tiene una voluntad de hierro y declara: "No me asusta la muerte". Por supuesto que es consciente de la gravedad de sus males. Ha tenido que suspender cuantas actuaciones tenía programadas en Colombia, igual que se han cancelado otras para las próximas semanas en Chile y Puerto Rico. En el supuesto de que pueda reaparecer ha de tener en cuenta que no podría hacerlo en ciudades por encima de los ochocientos metros sobre el nivel del mar, donde sentiría ahogos continuamente.

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'El Puma' | Archivo/Cordon Press

Conozco a José Luis de varios encuentros periodísticos, uno de ellos en Los Ángeles, adonde me invitó para presenciar uno de sus conciertos multitudinarios. Es un ídolo prácticamente en toda Hispanoamérica, del que se recuerdan siempre canciones como "Dueño de nada", "Pavo Real", "Culpable soy yo" y dos éxitos que le compuso Manuel Alejandro: "Voy a perder la cabeza por tu amor" y "Por si volvieras". Un hombre cordial, educado, tranquilo y excelente anfitrión como pude comprobar cuando me llevó en una espectacular limusina por los alrededores de Hollywood, fotografiándonos juntos con el fondo de esa montaña tantas veces retratada con las letras de la Meca del cine. Limusina a la que se subió cierta dama mexicana, millonaria, admiradora del ídolo, ya algo entrada en años, que abiertamente sin importarle nuestra presencia le pedía ir con él a su habitación. Y El Puma, caballeroso, le hizo ver lo inadecuado de sus pretensiones; encima con un testigo periodista, que era yo. No sabía si reírme o "hacerme el loco", mientras José Luis me miraba con perplejidad. Estaba El Puma acostumbrado a ese acoso femenino, pero me contaba que procuraba ser fiel a su esposa. Estuvo casado a partir de 1966, durante veinte años, con la actriz y cantante venezolana Lila Morillo, con quien tuvo dos hijas. Pasaron por varias crisis hasta su definitivo divorcio. Después, él volvió a casarse con la modelo cubana Carolina Pérez, que le dio una hija, con quienes continúa residiendo en un elegante piso, un penthouse que dicen en Miami, adonde me invitó José Luis en otra ocasión. Me dio la impresión de ser un hombre muy familiar, del que en mis conversaciones con él entresaqué unas profundas convicciones religiosas, sin precisarme a qué Iglesia pertenecía.

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Hijo de un comerciante canario que se estableció en Venezuela y que murió cuando José Luis contaba sólo seis años, debe su popularidad desde que fuera vocalista del popular grupo Billi´s Caracas Boys. Alternó después su faceta de cantante con la de actor de telenovelas. En una de ellas, "Una muchacha llamada Milagros", escrita por Delia Fiallo, interpretaba a un personaje apodado El Puma, remoquete que acabó haciéndolo suyo para su carrera musical al comprobar que así lo reconocían en todas partes, dada la difusión que tuvo aquel culebrón. Veinte han sido las telenovelas en las que ha tomado parte y cincuenta los álbumes grabados hasta la fecha.

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'El Puma' | Cordon Press

Hubo una época, a comienzos de los años 80, cuando en el mercado discográfico de habla española era notoria la pugna artística entre Julio Iglesias y El Puma.Como quiera que pertenecieran a distintas compañías, nuestro compatriota tuvo una idea maestra para controlar en cierto modo la escalada de su rival. Logró, sin que el interesado lo supiera, que CBS contratara a El Puma. Y así, a partir de 1981, en aquella multinacional donde Julio Iglesias entonces podía imponer su criterio, ya no tuvo más celos del venezolano. Llegaron a cantar juntos "Torero". En su actual situación, El Puma, sentado en una silla de ruedas, negándose a permanecer inactivo, está preparando un disco de duetos con amigos suyos, entre los mejores intérpretes de habla hispana. Se da la circunstancia de que Juan Gabriel, antes de su repentino fallecimiento, tuvo tiempo de grabar su participación en ese disco.

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Ante la disminuida salud de José Luis Rodríguez, al que se le ha visto sensiblemente desmejorado, con melena blanquecina y alarmante pérdida de peso, la que fue su primera esposa, Lila Morillo, se ha interesado como es natural por su estado, manifestando que no debiera subirse más a un escenario, a pesar de que él insista en lo contrario. Y le ha pedido que haga las paces con sus dos hijas, Lilibeth y Liliana, con las que hace años el cantante no tiene relaciones. Hay un par de episodios que han causado mucho dolor a El Puma. Uno de ellos cuando su primogénita fue objeto de un intento de violación teniendo ¡seis años! Lila Morillo denunció aquel suceso, que dejó a José Luis también muy deprimido. Lo dramático es que también su hija menor, Génesis, fruto de su actual pareja, también sufrió una supuesta violación por parte de un actor llamado Mauricio Islas. De nuevo El Puma sintió en lo más hondo de su corazón otra puñalada del destino, reabriendo aquellas otras viejas heridas. Y es que, en las vidas de los personajes populares que gozan aparentemente de una existencia cómoda y feliz, con un rico patrimonio, hay sombras que los persiguen mientras el público que los aplaude enardecido es ajeno a más de una desgracia. Y José Luis Rodríguez El Puma es ahora víctima de una desgracia: la de no poder seguir cantando, que siempre fue su gran pasión, mientras siente que le falta el aire, siquiera para respirar.

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