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Cuando Michelle Pfeiffer logró salir de una secta respiracionista

Adoptó una niña creyendo ser estéril… y antes de un año se quedó embarazada.

Adoptó una niña creyendo ser estéril… y antes de un año se quedó embarazada.
Pfeiffer en los 80 | Archivo

Las actrices de cine, sobre todo cuando traspasan el medio siglo, se encuentran con una permanente obsesión: vigilar su peso constantemente. Eso y antes su deseo de ser madre, han marcado buena parte de la vida de Michelle Pfeiffer, una de las más atractivas estrellas de la pantalla desde su debut en 1980. Este pasado domingo, 29 de abril, alcanzó la edad de 60 años. Afortunadamente no la han arrinconado como suelen padecer sus compañeras de generación y trabaja, si no con el ritmo de ayer, en series de televisión y el cine. Una mujer con la que tiempo atrás soñaron muchos hombres, con ese rostro tan sensual, un cuerpo perfecto y una mezcla de misterio y picardía en su mirada.

Se enamoraron de ella, aunque fuera ocasionalmente al coincidir en algunos rodajes, Michael Keaton, John Malkowich y un para nosotros poco conocido actor, Fisher Stevens, con quien Michelle pensaba casarse. A punto estuvo. Pero al enterarse que su galán le ponía los cuernos asiduamente rompió aquel compromiso.

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Michelle Pfeiffer en los 80 | Archivo

Con quien celebró su primer matrimonio fue con otro actor, Peter Horton. La convivencia duró siete años, desde 1981 hasta 1988. Michelle Pfeiffer se hallaba en el mejor momento de su carrera cinematográfica. Había llegado a la Meca del Cine por su belleza y fotogenia. Un cazatalentos la descubrió siendo muy jovencita, ganadora del concurso de misses de su pueblo, el Condado de Orange. La contrataron como modelo fotográfica, luego hizo breves apariciones en series televisivas para, finalmente, ir ganando escalones hasta ser protagonista de películas que están en la memoria de los cinéfilos. La primera de ellas, Scarface, al lado de Robert de Niro, el galán con quien más veces ha coincidido en la gran pantalla. El papel que allí desempeñaba Michelle no era nada fácil: una prostituta "que se ponía ciega" de cocaína a todas horas. Para interpretar a aquel desecho humano, el director Brian de Palma le exigió que adelgazara lo máximo que pudiera. La actriz, obediente, se pasó un par de meses ingiriendo únicamente zumo de tomate y botellas de agua mineral. Cuando terminó de rodarse Scarface parecía casi un esqueleto. Aquella experiencia no pudo nunca quitársela de la cabeza, al punto que unos años más tarde ingresó en una secta religiosa, al enterarse que allí la obligaban a una severísima dieta respiracionista (vivir únicamente de la luz del sol y no la comida y la bebida). Cuando pudo, al fin, desasirse de los dictados de aquella institución, recobró su aspecto habitual. Pero habían pasado ya muchos meses, alejada del cine y todo parecía presagiar que su nombre sería pronto olvidado en los estudios de Hollywood.

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La filmografía de Michelle Pfeiffer es muy interesante, con títulos como Las amistades peligrosas, Los fabulosos Baker Boys, La edad de la inocencia, Lo que la verdad esconde… Contenta de su popularidad y cotización de primera estrella echaba de menos un hogar, una familia. Si con su primer marido no quiso quedarse embarazada, con el segundo, el productor David Kelley, se planteó alejarse de las cámaras por una temporada y confiar en ser madre. Al ver frustrados sus deseos, pese a las periódicas visitas a su ginecólogo, de mutuo acuerdo con su esposo adoptaron una niña, a la que inscribieron con el nombre de Claudia. Y lo que es Naturaleza, tantas veces imprevisible: no habían trascurrido siquiera diez meses cuando Michelle recibió la buena nueva de que ahora si lograría la tan deseada maternidad. Y, en efecto: tuvo un niño, John Henry. En la actualidad, la niña y el varón son veinteañeros. Por ellos y por su marido, Michelle Pfeiffer ha declarado más de una vez que si se viera obligada a elegir entre su carrera y su hogar, no dudaría en retirarse del cine.

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