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Las dos únicas cosas de las que no habla Annette Bening

Annette Bening cumple 60 años. Estuvo casada anteriormente, dato que escamotea a los periodistas.

Annette Bening cumple 60 años. Estuvo casada anteriormente, dato que escamotea a los periodistas.
Annette Bening en Los Timadores | Miramax

Esta es una historia de la que Annette Bening (que este martes 29 cumple 60 años) y su marido, el gran seductor de la pantalla Warren Beatty no suelen hablar jamás con un periodista: a poco de casarse en 1992 tuvieron una niña, a la que inscribieron con los nombres de Kathlyn Elizabeth. Todo parecía feliz, desde el principio, en esta pareja tan enamorada, que después tuvo tres hijos más, uno varón. Y resulta que su primogénita ya empezó a mostrarse en su infancia distante de las niñas de su edad. Fueron pasando los años y era palpable que se sentía infeliz. Hasta que, sabiendo de quiénes era descendiente, aprovechó para divulgar su condición sexual. A los dieciocho años, tras previo aviso a sus padres, pasó por el quirófano en una operación de cambio de sexo. Desde entonces su identidad es la de un joven llamado Stephen Ira.

Ese segundo apelativo del primogénito de Warren White es lo que en su acepción española ha padecido el popular actor desde que supo las circunstancias por las que atravesaba su hijo/a. Así como Annette desde un primer momento fue consciente de los problemas de la entonces Kathlyn, a quien ha venido apoyando, comprendiendo su última decisión de operarse, su marido fue imposible que accediera a aceptar la naturaleza de una niña que se sentía diferente. Lo más duro para Warren Beatty fue encajar cuando ya el hoy Stephen había tomado la irrenunciable decisión de convertirse en hombre y operarse y lo anunció públicamente en algunos medios. Su fama de mujeriego, de indiscutible macho, se vio alterada de alguna forma. Y ello llevó al galán a mostrarse enfadado a casi todas horas, lo que afectó hace algún tiempo a sus relaciones de pareja, en tanto Annette Bening, insistimos, trataba inútilmente de hacerle ver que debía aceptar a su hija… como hijo.

Warren Beatty, después de una larga vida encamado con las más famosas estrellas de la pantalla sin contar las "starlettes" que tuvo entre sus brazos, se enamoró de Annette Bening a poco de conocerla. Hace unos años ambos estuvieron en Madrid, los entrevisté, aunque separadamente. Con Annette compartí un agradable desayuno, durante el cual me contó la primera vez que se vieron: "Yo trabajaba en Los Ángeles, casi siempre en el teatro porque el cine nunca me llamó la atención, y él deseaba conectar conmigo. Me habló entonces de hacer una película juntos, lo que sucedió, pero mucho más tarde: Bugsy.

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Bening y Beatty, en el año 2000 | Cordon Press

Aquella era la historia de un audaz aventurero que llegó a construir el primer casino de Las Vegas y puso las bases de lo que después sería aquel paraje, lleno de hoteles, conocido como "la ciudad del juego". La película lanzó a Annette Bening como estrella de la pantalla. Y cambió su vida cuando él le propuso matrimonio: era la mujer que acababa con la perenne soltería del galán más seductor del último medio siglo pasado. Aproveché para preguntarle a Annette qué tal era como marido: "Permíteme que te diga –respondió- que no suelo hablar de mi vida privada, de mis sentimientos personales. Si yo hablara sobre Warren sería una ligereza, reducir todo lo mucho que siento por él. Únicamente te diré que es generoso, paciente, sólido y tenaz. Sabe siempre lo que quiere".

Llevada por su invencible deseo de privacidad no recuerdo que haya confesado nunca en algún medio de comunicación haber estado casada anteriormente, y si lo ha admitido sin que nosotros hayamos rastreado tal asentimiento, tampoco creemos haya dado demasiados detalles. Lo único que hemos logrado investigar es que en 1984 se casó con un actor llamado J. Steven White, al que no tenemos el gusto de conocer ni de recordar algún trabajo. Se separaron en 1991.

Cuando un par de días más tarde me encontré frente a Warren Beatty, como es lógico quise saber qué le había decidido a casarse con Annette Bening después de su persistente soltería: "Amigo mío, no dispongo de suficiente tiempo para darte la respuesta adecuada. Para mí es la mejor actriz que encontré y con ella he tenido una hija. Ser padre es fascinante".

Fácil es que hayan colegido lo feliz que se hallaba entonces con su hija… y cuanto les he contado anteriormente, que trastocó sus pensamientos. No obstante ha transcurrido el tiempo suficiente para que de alguna manera no haya tenido más remedio que aceptar que aquella niña es hoy un guapo varón de veintiséis años.

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Warren Beatty ya no rueda muchas películas. Pero Annette Bening ha logrado una interpretación excelente en la última de las suyas, estrenada en España hace escasas semanas: Las estrellas de cine no mueren en Liverpool. Se trata de un "biopic" como se dice en el argot, que evoca la vida de una actriz desaparecida hace tiempo, en 1981, a la que los cinéfilos recordarán con agrado: Gloria Grahame. Tuvo una existencia complicada, cayó enferma viviendo sus últimos años en Liverpool, la ciudad de Los Beatles, (y la del equipo de fútbol goleado por el Real Madrid en la Champions) manteniendo una historia de amor con un aprendiz de actor que se ganaba la vida como modesto obrero. Éste, Peter Turner, decidió escribir un libro sobre su convivencia con la actriz de ¡Qué bello es vivir! y Cautivos del mal, donde expuso el olvido en el que ella había caído para los productores de Hollywood, y cómo se enfrentó a la enfermedad que la llevó a la tumba. El libro entusiasmó a la productora Bárbara Broccoli, la de la saga de "James Bond", y no paró hasta que en calidad de amiga de Peter Turner, el viudo, logró que Annette Bening accediera a convertirse para la pantalla en Gloria Grahame. Annette no llegó a tratar a Gloria pero sí lo hizo Warren Beatty, quien proporcionó a su esposa los datos necesarios amén de los libros que ella consiguió para captar la personalidad de aquella infortunada actriz. Y en el envite, logró una excelente interpretación, digna de a quién representaba.

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