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Los dos grandes traumas que ha arrastrado Jamie Lee Curtis

Jamie Lee Curtis fue otro ejemplo de estrella de Hollywood dependiente del alcohol y las drogas, ahora afortunadamente superada. 

Jamie Lee Curtis fue otro ejemplo de estrella de Hollywood dependiente del alcohol y las drogas, ahora afortunadamente superada. 
Jamie Lee en 1979 | Cordon Press

Las hijas de los actores célebres no siempre llegan a alcanzar su notoriedad. Jamie Lee Curtis es la primogénita del matrimonio formado por Janet Leigh y Tony Curtis, ambos ya fallecidos, de brillantes carreras en el mundo de la pantalla. La filmografía de Jamie Lee es, relativamente, discreta, no alcanza las de sus progenitores, aunque ha logrado ser reconocida por sus películas de terror. La más reciente es La noche de Halloween, que se estrena estos días. No es sino la continuación de la saga que ella misma inició con Halloween, de John Carpenter, en 1978, cuando contaba veinte años y debutaba en el cine incorporando el personaje de Laurie Strode, la mujer enfrentada al enmascarado Michael Myers, un psicópata asesino. A la tal Laurie, según la continuación de la historia en un par de filmes, aquellas secuencias le dejaron un trauma que desembocaron en su dependencia del alcohol y otras drogas. Algo así ha confesado la propia Jamie Lee Curtis que le ocurrió por otros motivos, reconociendo su adicción a los opiáceos recetados por el médico tras una operación quirúrgica, tanto que llegó a robar para conseguirlos. Una adicción que ha mantenido en silencio hasta ahora. Pero ya ha superado esa etapa y es noticia porque, cuarenta años después del estreno de Halloween retorna a las pantallas con el mismo personaje. No importa que desapareciera en el anterior episodio de la saga. Aquella Laurie Strode reaparece para, según los guionistas, imaginar lo que ha pasado en esas cuatro décadas con el temido Michael Myers en la cárcel y las secuelas psicológicas que su recuerdo ha dejado en ella.

Jamie Lee Curtis es un caso curioso en el cine, pues su carrera ha sufrido frecuentes altibajos. Cierto que tuvo películas de éxito, como Mi chica y Un pez llamado Wanda. Aunque en la industria cinematográfica parecen pesar más, como apuntábamos, sus apariciones en varias cintas de terror, razón por la que los comentaristas cinematográficos norteamericanos la consideren una "scream queen". Reina del grito por esa proliferación en películas de miedo. Ella dice que tal género le produce aversión. Un contrasentido, a pesar de reconocer que gracias a sus filmes es reconocida en muchos países.

Conocí a Jamie Lee cuando era una niña. Vino a Madrid con su hermana Kelly y con su madre, Janet Leigh. Ésta rodaba en Madrid una película con el galán italiano Rossano Brazzi, su pareja en el pasado de un título inolvidable: Mujercitas. Janet me invitó a compartir con ella y las dos hijas que tuvo con Tony Curtis un almuerzo en el castillo de Batres, a medio centenar de kilómetros de Madrid, que me permitió apreciar el carácter afable de la protagonista de Psicosis, con aquella histórica secuencia de su acuchillamiento a manos de un enloquecido Anthony Perkins, que ha quedado en el imaginario de millones de cinéfilos como uno de los momentos más terroríficos de la filmografía de Alfred Hitchcock. Janet y sus hijas hacía pocos años que habían pasado por otro trauma real, cuando encontrándose en Argentina, aquella por motivos profesionales, recibieron la noticia de que su marido las abandonaba para irse con Christina Kauffman, la actriz con la que había trabajado en su última película. El divorcio se produjo en 1962. Tony Curtis se estrenaba así como un mujeriego sin control. Se casó seis veces y tuvo seis hijos. A mí me dijo que sus esposas se aprovecharon de su nombre y de su dinero. No era el caso de Janet Leigh, más conocida que él cuando contrajeron matrimonio. Once años duró su convivencia. La ruptura destrozó por unos años aquel hogar. Y Jamie Lee Curtis nunca se recuperó de aquellos años a pesar de que cuando murió su padre le dedicó vía twitter una serie de fúnebres elogios.

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Jamie Lee, su padre Tony Curtis y su madre Janet Leigh | Cordon Press

Jamie Lee Curtis no ha sido mujer de escándalos, de romances o de vida inestable. Se casó en 1984 con el actor británico Christopher Guest, con quien ha tenido dos hijos, Annie y Thomas. A su familia le ha dedica todo el tiempo necesario sin echar de menos los estudios cinematográficos. Su vuelta ahora con La noche de Halloween la sitúa en un plano de actualidad. Con un argumento que nos invita a reconocer el auge que esta fiesta de finales de octubre, vísperas de la conmemoración del Día de los Difuntos, viene teniendo entre nosotros. Yo mismo, en un viaje a México en estas fechas hace años, me permitió conocer cómo los oriundos de aquel país hermano conmemoran en los cementerios a sus deudos, entre algarabía, y excesos gastronómicos y etílicos. Aquí en Madrid, en una de las urbanizaciones de las afueras, me vi sorprendido hace diez o doce años cuando un grupo de mozalbetes apareció de repente en una de las oscuras calles desiertas, yendo en coche. Por fortuna evitamos el atropello de alguno de ellos, quienes se mofaban cuando salí del vehículo para reprenderles su conducta.

Halloween, aparte de la anécdota personal, ha sido para Jamie Lee Curtis motivo de su feliz resurrección cinematográfica. La de una mujer "sexy" quien, por cierto, suele llevar a menudo sus cabellos cortos, casi como un varón. Naturalmente sin perder su femineidad. Tiene encanto, es buena actriz y aunque desde la pantalla nos introduzca en situaciones terroríficas, ella personalmente es una criatura encantadora y dulce.

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