Cuando la guapa asturiana Natalia Estrada, nacida en Gijón hace cuarenta y siete años llegó cumplidos los dieciséis a Madrid albergaba unos sueños muy distintos a los que iba a depararle el destino. Matriculada en el Real Conservatorio pretendía triunfar como bailarina de clásico y flamenco. Nunca llegó a ver cumplido tal propósito, como tampoco culminó sus estudios de Periodismo, porque terminó como presentadora de televisión y actriz de películas donde hubo de salir ligerita de ropa, o incluso sin ella. Cansada de esas experiencias ahora se gana la vida en Italia en una empresa dedicada a los caballos.
Una mujer joven, Natalia Estrada, con varias experiencias sentimentales que desde el otoño de 2018 es abuela. Con su belleza y su aspecto jovial, de carácter abierto, sustituyó a Penélope Cruz, con dieciocho años, en un programa de gran audiencia juvenil, La Quinta marcha. Fue su despegue hacia la popularidad, que incrementó sustituyendo de nuevo a la presentadora de Vivan los novios, su buena amiga Arancha del Sol. Y entre medias también se asomó a la pequeña pantalla como animadora del espacio Bellezas al agua. En la cadena Telecinco, Natalia Estrada estaba considerada como uno de sus rostros más agraciados, buena comunicadora además. El cine fue su siguiente ocupación el año 1992, con un papel que le proporcionó su paisano, el guionista y realizador Ramón Fernández, en Aquí el que no corre, vuela, comedieta de toques eróticos, sin pasarse mucho, aunque allí pudimos ver el maravilloso cuerpo desnudo de Natalia Estrada metiéndose en la cana con otro paisano, el galán Arturo Fernández, encantado de la vida al mantenerse en el catre con otra guapa, la antes mentada Arancha del Sol. Un "mènage a tróis", naturalmente de ficción. El recientemente finado gran actor era todo un caballero que en esas circunstancias procuraba rozar sólo lo imprescindible a sus compañeras de reparto.
Aquel año 1992 fue importante para Natalia Estrada, puesto que contrajo matrimonio con un presentador de la televisión italiana, Giorgio Mastrotta. Por expreso deseo de ella la ceremonia tuvo lugar ante la Virgen de Covadonga, "la Santina", tan venerada por los asturianos. Por entonces, Natalia ya había hecho sus pinitos en Italia, ante la pequeña pantalla, en los mismos estudios donde conoció a quien fue su primer marido, con quien tuvo a su hija, Natalia Mastrota. La pareja duró seis años. Gran culpa del fracaso matrimonial la tuvo el tal Giorgio, que le puso los cuernos a nuestra compatriota y ésta, entonces, se lió con Paolo Berlusconi, hermano del que fuera primer ministro italiano y dueño de un imperio de medios de comunicación, empezando por la cadena Telecinco. Tuvo también Natalia un ligue con el bailarín, también italiano, Valeriano Longoni. Dividía su estancia entre Italia y España.
Aquí, la revista Interviú la despelotó nada menos que en once portadas con amplios reportajes en su interior, dominando la parte gráfica destinada a exhibir sus encantos. Eso sucedió, por ejemplo, en el número 981 de la ya extinguida publicación, año 1995, donde un titular anunciaba, junto a su nombre: "Deseadísima y desnudísima". Y en otra portada apareció embarazada de su hija, remedando lo que ya había hecho en otra revista norteamericana la estrella Demi Moore. Man y alguna otra de corte erótico también le dedicaron páginas donde la asturiana mostraba al aire libre sus partes pudendas. Viviendo en Milán, porque ello le convenía al estar allí radicados los estudios centrales de Telecinco, se hizo muy popular como presentadora, quizás incluso más en esa época que en nuestro país. Con el nuevo siglo retornó a nuestros lares, pasó por Telemadrid, La Sexta y Canal Sur, aunque ya sus intervenciones no le depararon más notoriedad.
Meditó su futuro, regresó a Italia, casándose en 2005 con Andrea Mischianti, con quien fundó Ranch Academy, centro ecuestre donde se practica la doma y monta de caballos. Ya retirada definitivamente de la televisión y el cine (rodó varias películas eróticas, como Il ciclone (Pasión y amor), Il mammo y Olé (apareciendo en tanga o con velos transparentes) encontró entre los equinos un mundo fascinante, a pesar de que al principio sufrió una caída montada a caballo, cuando tropezó con un obstáculo, golpeándose seriamente la cara. Es la versión femenina de los "cowboys", una "cowgirl" si así puede interpretarse, que se levanta muy temprano, cuando aún no ha amanecido en su rancho campero. Natalia se encarga de vacunar a los potrillos y dar comida a la numerosa cuadra equina que posee con su marido. Se siente así feliz, ajena por completo a su pasado de actriz "sexy". Desde luego continúa siendo muy guapa. Guapina, si recurrimos a su habla asturiana.