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Lucía Dominguín confiesa que estuvo a punto de quitarse la vida tras el secuestro de sus hijos

Su marido Alessandro Salvatore le habría arrebatado a sus hijos Bimba y Olfo durante un año y medio.

Su marido Alessandro Salvatore le habría arrebatado a sus hijos Bimba y Olfo durante un año y medio.
Lucía Dominguín | Telecinco.es

Lucía Dominguín acudió como invitada al programa Viernes deluxe para contar uno de los capítulos más "traumáticos" de su vida. La madre de Palito Dominguín se sentó en el programa de Telecinco para hablar sobre el "infierno" que vivió junto a Alessandro Salvatore, padre de sus hijos Bimba y Olfo Bosé. Un testimonio a rebufo del de Rocío Carrasco, del que apenas había hablado hasta ahora.

Lucia recordó el momento en el que se casó con Salvatore, cuando solo tenía 17 años de edad. Solo un año después nació Bimba. Rememoró con cariño los primeros ocho años que estuvo al lado del padre de sus hijos, con quien vivía en México. Con los años comenzaron "las faltas de respeto" y decidió cortar la relación: "Las hacía públicamente. Me puso los cuernos". Lucía decidió volver a España y tras dos años compartiendo la custodia de los niños, un día recibió la llamada de su exsuegra para comunicarle el "secuestro" de sus hijos.

"Dos días antes de cuando tenían que regresar a mi lado, me llama mi suegra y le pregunto que cuándo llegan. Me dice que no los voy a volver a ver. Se me corta la voz todavía cuando lo digo", relató. Su primera reacción fue pensar en acabar con su vida: "Yo digo, ¿perdona, que me estás diciendo? Cogí el coche y quería estamparme, estuve a un centímetro de estamparme y quitarme la vida (..) Dije eres idiota, él va a ganar la lucha y si haces esto le estás dado la razón".

Después de recibir la llamada, estuvo un año y medio sin ver a sus hijos. Un tiempo después, Lucía viajó a donde ellos estaban para intentar recuperarles. Una tarea "nada sencilla", ya que el padre habría dicho a los niños que su madre les había abandonado. Finalmente, consiguió traerlos de regreso a España, pero tardó meses hasta que volvió a recuperar su confianza. "Era distante y frío, yo me sentía extraña, como ser ajeno a alguien que ha estado toda la vida contigo, como que no formaba parte de esa familia (...) Cuando llegué viví un año en Palma de Mallorca, de infierno, sin dormir, tenía terror de que les pasara algo o hicieran un complot hacia mí. Iba al colegio y me sentaba en frente".

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