Completamente destrozada y sin poder contener las lágrimas al reencontrarse con su hijo Jacobo y con las hijas de Jaime Ostos con Consuelo Alcalá y Aurora Díaz, Mari Ángeles Grajal ha llegado a Madrid después de haber hecho, como ella misma ha confesado, "el viaje más largo de su vida" tras la muerte de su marido en Colombia.
El matrimonio se encontraba disfrutando de unas idílicas vacaciones en el país sudamericano con un grupo de amigos cuando, horas antes de regresar a España después de unos días inolvidables en los que el torero bailó, rio, e incluso demostró su maestría con el capote. Jaime Ostos, que en abril cumpliría 91 años, sufría un infarto mientras dormía la siesta y, a pesar de que fue inmediatamente trasladado al hospital, no se pudo hacer nada por su vida.
Un durísimo golpe para Mari Ángeles Grajal que, sobreponiéndose a su desolación -después de 41 años de relación seguían tan enamorados como el primer día- se encargaba de todos los trámites necesarios regresar a nuestro país con los restos mortales del legendario torero. Este domingo, de madrugada, el cuerpo de Ostos era incinerado y, una vez solucionados las gestiones burocráticas, su viuda cogía un vuelo en Bogotá dirección Madrid en la noche de este martes, con las cenizas del amor de su vida a su lado.
Y ha sido en torno a las 14.00 horas de este miércoles cuando, abatida, se ha reencontrado con su único hijo, Jacobo, y con las hijas de Jaime, Gabriela y Gisela, a su llegada a nuestro país. Un desgarrador momento en el que, destrozados y en un abrazo intermibale que demuestra su unión en estos durísimos momentos, nos han pedido respeto y nos han expresado su deseo de no hacer declaraciones.
Será en los próximos días cuando la urna con las cenizas de Jaime Ostos den su última vuelta al ruedo en la Plaza de toros de La Maestranza de Sevilla, y está previsto que el 20 de enero se celebre, en la madrileña iglesia de Santa Bárbara, el funeral en memoria del inolvidable torero.