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Jaime Ostos: un matador sensacional, un apasionado seductor

Su vida personal estuvo salpicada de capítulos amorosos con varias amantes que lo llevaron a momentos de indecisión

Su vida personal estuvo salpicada de capítulos amorosos con varias amantes que lo llevaron a momentos de indecisión
Fotografía de archivo, tomada el 4 de agosto de 1999, del torero español Jaime Ostos | EFE

Se ha muerto en Bogotá Jaime Ostos. Al lado de la mujer que más quería, María de los Ángeles. Y en un ambiente festivo, el de la feria taurina en la que en sus años gloriosos había tomado parte en los ruedos de aquel país. Esas últimas horas fueron para él muy felices, en compañía con la mujer de su vida, María de los Ángeles Grajal.

Si su etapa como matador de toros fue grandiosa, mediados los años 50 y los 60, que él estiró luego, al final sin necesidad alguna, lo referente a su vida personal estuvo salpicada de capítulos amorosos con varias amantes que lo llevaron a momentos de indecisión. Sin duda Lita Trujillo, actriz cinematográfica procedente de Hollywood, turbó tanto al torero que hubo momentos en los que dudaba hacia qué lado debía dirigir sus sentimientos. Roto su matrimonio, llegó a vivir relaciones casi paralelas tanto con la citada Lita como junto a su última mujer, María de los Ángeles. Un complicado crucigrama que, tras mucho tiempo, él decidió resolver con esta última, una acreditada doctora especializada en Neumología. Es quien lo ha tenido en sus brazos, cuando el gran torero sevillano se despedía de este mundo.

Jaime Ostos pertenecía a una rica familia de Écija, donde nació el 8 de abril de 1931. Padres ganaderos que aseguraron a sus siete hijos una educación esmerada. Los toreros, en su mayoría, proceden de estratos sociales más bajos, a veces casi en la miseria. No fue el caso de Jaime, que a los doce años quería destacar de alguna manera ¡como cantante! Pero Jaime no tenía condiciones vocales para ello. Quiso luego ser piloto de automóviles. Pronto se desilusionó. Por esos años triunfaba en los ruedos Manuel Rodríguez Manolete. Queriendo destacar como fuera, Jaime Ostos Carmona decidió ser torero. Sus padres se opusieron. Y Jaime, terminado el Bachillerato, a la edad de catorce años, se fue de casa. Su padre no le habló hasta un decenio después, cuando volvió a Écija convertido en una figura del toreo. Con dos pesetas en el bolsillo se fue a Sevilla, contó con el apoyo de unos tíos, pero también fregó platos en algunos bares, se alimentaba en los comedores del SEU (el Sindicato Universitario de entonces), iba a los tentaderos, un maletilla cualquiera, con el hatillo al hombro. Becerrista en el otoño de 1950 cortó dos orejas y rabo en la plaza de Córdoba. El principio de su carrera taurina hasta consagrarse como matador en Zaragoza, el 13 de octubre de 1956.

Como nuestro propósito no es celebrar su historial taurino plagado de triunfos, pasemos a su vida privada. Porque, aparte de amores furtivos, ligues ocasionales como torero atractivo y valiente, Jaime Ostos se enamoró hasta las cachas de María Consuelo Alcalá, una belleza andaluza espectacular, natural de Baena, que sólo contaba dieciséis años y que luego se licenció en Derecho. Casados en 1960 en una boda de alcurnia ante la Macarena. Los marqueses de Villaverde destacaban entre el millar de invitados, que acudieron al convite en el cortijo Pino Montano, que había pertenecido al legendario Ignacio Sánchez Mejías, cantado por su gran amigo García Lorca.

Jaime y Consuelo Alcalá tendrían dos hijos, Gabriela y Jaime. Los éxitos en los ruedos de Jaime Ostos iban en progresión. Diestro no sólo técnico sino dotado de una maestría sobre todo con la muleta y, fundamentalmente, en el último tercio. Salvo el gaditano Rafael Ortega, ningún matador de su tiempo enmendó el momento de tomar el estoque como hacía el ecijano para acabar con su enemigo.

Jaime Ostos, el volver al hotel después de sus tardes triunfales, era admirado por muchas damas. Es natural que María Consuelo comenzara a sentir celos más que fundados. De pronto, una tarde en Tarazona de Aragón, un toro estuvo a punto de acabar con la vida del torero: le administraron la Extremaunción. Recobró la vida milagrosamente, gracias a la eficacia del médico que afrontó en la enfermería su gravísimo percance. Antes de un mes Jaime Ostos se recuperaba en el Sanatorio de Toreros, ya desaparecido. Allí lo entrevisté por vez primera, en presencia de su guapísima mujer. Corría el mes de julio de 1963. Jaime estuvo muy cordial conmigo.

Nos veríamos más veces en adelante. Cuando ya estaba separado de su esposa, quien escribiría un libro "poniéndolo verde", y también en algunos programas de televisión. María Consuelo Alcalá, ya divorciada de Jaime, se casó con un empresario francés. El matrimonio que tuvo con el torero fue anulado por la Sagrada Rota.

Separado de María Consuelo, cuando aún no existía el divorcio, Jaime Ostos, siguiendo sus sentimientos, no dejó de vivir cuantas relaciones femeninas tuvo a tiro. Pero quien llegó a su corazón seis años más tarde de aquel percance casi mortal fue una actriz cinematográfica conocida como Lita Trujillo, que había tenido relaciones con varias estrellas de Hollywood, y se casó con uno de los hijos del general Trujillo de la República Dominicana. Se quedó viuda tras un accidente mortal de Rafael Leónidas y entonces se convirtió en amante durante catorce años de Jaime Ostos. Convivían en un espléndido chalé de la urbanización madrileña de La Moraleja. Un día quedé allí citado con Jaime y le regalé la copia de un pasodoble que le había grabado Imperio de Triana, que él no tenía. Contemplé varios cuadros pintados por el torero de notable factura artística.

Su vida con Lita Trujillo no siempre fue estable. Cuando el torero conoció a María de los Ángeles Grajal, aquella relación con la actriz comenzó a resquebrajarse. Jaime Ostos llevaba dos años retirado, aunque luego estiró hasta donde pudo su presencia en los ruedos, aunque fuera en festivales. El primer contacto entre él y María de los Ángeles fue en el madrileño Hotel Wellington, que tanto frecuentaba Jaime. Él se quedó prendado de la belleza de la neumóloga zamorana, que estaba casada con un hijo de la ganadera salmantina Mercedes Pérez Tebernero. Para no hacer largo el relato de su romance, digamos que Jaime frecuentó como siempre la finca de dicha ganadera, reafirmó su enamoramiento de María de los Ángeles Grajal y ella dejó a su esposo y digamos que se fugó con Jaime. En 1984 tuvieron su hijo Jaime. Casándose por lo civil el 6 de marzo de 1987 en los juzgados de San Lorenzo de El Escorial, con dos testigos de excepción, Rocío Jurado y Antonio Garrigues Walker. Se separaron en marzo de 1989. ¿Razones? Jaime Ostos seguía siendo un permanente "donjuán". Harían las paces tres años más tarde en otra segunda boda celebrada en Villaviciosa de Odón. Desde entonces Jaime Ostos le fue fiel aunque hubo un suceso en esos años en los que su reputación volvió a ponerse en tela de juicio. Y fue porque una señora llamada Aurora Díaz volvió a presionarle con una sucesiva demanda judicial asegurando ser madre de una hija habida durante sus relaciones con Jaime Ostos. Negó éste la mayor, insistió la señora en sus planteamientos ante el juez, negóse el torero a someterse a una prueba de ADN y todo quedó en una resolución por la que el diestro ecijano resultaba ser padre de una hija habida en su coyunda con la tal Aurora Díaz, bautizada con el nombre de Gisela. Jaime, que se sepa, hizo caso omiso de la sentencia y no quiso saber nada ni de la madre ni de la hija.

Aparte de otros asuntos relacionados con sus hijos, Jaime Ostos ha vivido muy feliz en los últimos años cuidado por María de los Ángeles Grajal. Se ha ido un torero para la historia. Y un gran amante. Habría que disponer de un volumen, como el que le dedicó Jean Cou, para contar su vida de cabo a rabo. Y nunca mejor dicho esto último.

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