
La presencia de Sharon Stone en el reciente Festival de Cine de Cannes nos descubrió quien, a sus sesenta y cuatro años cumplidos el pasado marzo, se encuentra físicamente espléndida, sin representar su edad. Desfiló por la alfombra roja de los invitados al certamen ante la presencia de más de un centenar de cámaras que captaron su atractiva figura, cabellos cortos, ojos claros preciosos y un original vestido de dos piezas, en blanco y azul, con el que la estrella tuvo problemas. La auxiliaron dos ayudantes que tardaron unos minutos hasta lograr desengancharle la falda, no sin pasar apuros. Y entonces, Sharon Stone es cuando se paseó, segura de sí misma, con ese cuerpo fantástico que impresionó a cuantos la rodeaban. Y con un modelo que seguro impresionaría a las mujeres que la contemplaron, por su originalidad.
Sharon Stone la luchado mucho hasta ser reconocida como notable actriz, pues antes de ello era considerada sólo como un símbolo sexual a raíz de la película que la lanzó a la popularidad internacional, Instinto básico, en 1992. Los periodistas que la entrevistan no eluden cuánto trascendió al estrenarse. Ya saben: el cruce de piernas dejando entrever su sexo ante la mirada absorta del inspector de policía encarnado por Michael Douglas. Sharon diría que el director Paul Verhoeven la engañó, al pedirle que se despojara de sus bragas pues el blanco de su ropa íntima dificultaba la filmación. Mas bien una patraña para conseguir aquella erótica secuencia. Ante el enfado de la actriz, ya cuando Instinto básico la habían contemplado millones de espectadores que dejaron en taquilla trescientos cincuenta y tres millones de dólares, Verhoeven sólo acertó a contraatacar opinando que la estrella era una compulsiva mentirosa. La secuela de aquel escandaloso filme fue, sin embargo, un fracaso.
Sharon Stone rodó otras películas más interesantes, que le permitieron lucir su capacidad dramática, caso por ejemplo de Casino, que rodó en 1995 a las órdenes de Martin Scorsese. Desde entonces su nombre ha mantenido en la escala de actrices de Hollywood un nivel aceptable a pesar de que no haya logrado ni en el cine ni la televisión un eco tan potente como el del pasado.
Su vida ha sido difícil. Se sinceró al publicar sus memorias: La belleza de vivir dos veces. Donde contaba que siendo niña estuvo a punto de perecer por culpa de un rayo. Pero es que más adelante se cayó de un indómito caballo y por poco se mata. Resultado de lo cual pasó una época de dolores en un hombro, con dolorosas visitas al dentista. Todo eso y más, pues su infancia también se resintió del afecto de sus padres separados y para colmo, su abuelo materno, un pervertido y reconocido pedófilo, abusó de ella. Con esos antecedentes es milagroso que Sharon Stone llegara a la adolescencia convencida de que debía seguir luchando para supervivir.
A los diecisiete años, en un concurso de belleza, le surgió un trabajo de modelo. Y de ahí es cuando dio el salto al cine presentándose en un "casting" de la película Stardust Memories, de Woody Allen, donde la eligieron para un papelito sin frase. Ello sucedía en 1980. Una década que marcó su primera decepción amorosa al casarse con el productor cinematográfico Michael Greenburg en 1984, nada más vivir una aventura con William J. McDonald, otro productor, casado, que la engañó durante un año. Pero su primera boda no fue un camino de rosas; unión que la llevó a residir en África buena parte de los tres años de ese primer fallido desposorio. El siguiente no lo fue menos traumático, con un periodista de San Francisco, Phil Bronstein, desde 1998 hasta 2004. Adoptaron un niño, Roan. Porque al parecer ella ya no podía engendrar ya ninguno: había perdido dos en un embarazo tiempo atrás. En su interior, la actriz se sentía sola y desgraciada.
Su aparente vida frívola con apariciones en estrenos y fiestas tapaban la verdadera existencia de la diva quien, estando aún casada con Bronstein sufrió un derrame cerebral en 2001, que le causaba constantes dolores de cabeza. Contaría en sus memorias haber sentido una experiencia cercana a la muerte; lo que muchas veces se ha dicho, la visión de una luz blanca al fondo de un túnel imaginario. Y cuando fue recobrando poco a poco la consciencia, su depresión tardó en remitir hasta transcurrido largo tiempo. Le quedaron sensaciones permanentes acerca del sentido de nuestra existencia terrenal. Lo que le hizo recapacitar sobre sí misma, su negro ayer, la necesidad de ocuparse en algo útil para los demás.
Adoptó Sharon Stone otros dos hijos. Al que ya tenía, Roan Joseph, que tiene ahora veintidós años, agregó Quinn Kelly, ya con diecisiete, y Laird Vonne, de uno menos. Los tres viven con ella. Es su familia. La actriz no ha querido en los últimos tiempos emparejarse con nadie, tras algunos romances que no dejaron huella alguna en su corazón. Se sabe que tuvo un lío en con el ayudante de producción Bob Wagner, y poco más.
Un tanto escéptica en el amor, lo es asimismo en su profesión. Tuvo el humor de crear dos empresas, una con el nombre de "Caos", aunque la segunda fue "La Vanguardia", con las que ha producido algunos de sus últimos trabajos en el cine y la televisión. En ellas ha invertido buena parte de sus muchas ganancias. Con esa dedicación olvida los pasajes oscuros del pasado. Y el dolor físico que ha sobrellevado casi permanentemente, al punto que creyó caer en el histerismo. La cara oculta de la estrella que lamenta haber sido para muchos la imagen del erotismo. Le dio siempre poca importancia a desnudarse ante las cámaras si era preciso. Tal vez por ello, en 2015, a la edad de cincuenta y siete años, aceptó posar sin ropa para la revista Harper´s Baazar.
Con su presencia en Cannes hace escasas semanas ha reforzado su ego, el de una diva del cine que sin hacer pacto diabólico alguno puede presumir de una fascinante anatomía. Lo que guarda dentro de sí y sus amargos recuerdos, es la otra cara de la moneda de una vida con muchos pasajes de infelicidad.

