
A partir de este 4 de octubre, la plataforma Netflix emite en cuatro capítulos la serie Beckham, sobre la vida del exjugador de fútbol , una de las grandes estrellas británicas, que llegó a jugar en el Real Madrid durante cuatro temporadas. Ese documental incluye no sólo retazos de su vida deportiva, sus mejores goles, sino escenas íntimas con su mujer, Victoria Adams, que fuera componente del conocido grupo Spice Girls, padres de cuatro hijos.
David Robert Joseph Beckham nació hace cuarenta y ocho años en Londres, hijo de una familia de clase media. El padre trabajó en una fábrica de material de cocina y fue también ayudante cocinero; la madre, peluquera. Como quiera que su progenitor era muy aficionado al fútbol, el pequeño David lo acompañó desde pequeño a ver muchos encuentros. Su ídolo era el legendario Bobby Charlton. Dado que David era un alumno escolar poco aplicado y dedicaba muchas horas al balón, su actividad siendo adolescente fue la de integrarse en equipos de aficionados hasta llegar a fichar por el club de sus sueños, el Manchester United, en 1992, vistiendo la camiseta con el número 7 en el puesto de centrocampista. Sus tiros desde lejos, a balón parado por una falta, le granjearon la admiración de sus seguidores. Un goleador nato.
También era muy observado por las mujeres, fueran o no hinchas del fútbol. David, rubio, de buena figura, sonriente y simpático, despertaba el interés femenino tanto en el campo como cuando era asaltado por ellas al descender del autobús del equipo, en todos los desplazamientos del Manchester. Un ídolo no solo local, ni siquiera exclusivo de los británicos, puesto que su fama se extendió por toda Europa. No es extraño que los directivos del Real Madrid fijaran sus ojos en Beckham, al que ficharon en la temporada de 2003 por un importe entonces muy elevado: treinta y cinco millones de euros. Un galáctico, como se dice en la terminología deportiva. Cuatro años jugó con la camiseta blanca, aunque no con su habitual número ya antes señalado, (que lo defendía Raúl) sino el veintitrés.
Y a Madrid llegó el as inglés en compañía de su esposa y los dos hijos que entonces tenían. El tercero, Cruz, es "gato", como se dice a los nacidos en la capital de España. Ya fuera de nuestro país, el matrimonio tendría el cuarto y por ahora último descendiente.
Tanto David como Victoria han sido siempre el blanco de los reporteros gráficos, él más accesible, ella menos, incluso con rasgos de antipatía y malos modales. Se cuenta que aun dando la impresión siempre de estar unidos han tenido sus más y sus menos, y eso es lo que parece que se traslucirá en el documental al que nos referimos en este artículo: discusiones por los celos de ella generalmente, aunque él no siempre ha estado de acuerdo de algunos comportamientos y maneras de manifestarse en público de Victoria.
Hacia 1997 la joven componente de las Spice Girls, se acercaba al campo de fútbol del Manchester y fijaba su atención en David. Tanto es así que para llegar hasta él fue al bar del club donde se reunían los jugadores y mientras casi todos estaban sentados, advirtió que Beckham, no, de pie junto a sus padres. Esa imagen le gustó mucho y así se lo dijo al acercarse a él, manifestándole que le encantaban las escenas familiares. Enseguida quedaron muy compenetrados. David la invitó a cenar unas fechas después de aquel encuentro, intensificaron sus salidas hasta ser novios. Pero cuando se veían procuraban hacerlo en lugares donde pasaran inadvertidos, lo que no era fácil dada la popularidad de ambos. Así es se citaban en aparcamientos públicos, permaneciendo a veces un par de horas en cualquier rincón donde no pudieran ser vistos. Ese comportamiento tenía ciertas razones: los directivos del Manchester instaban a su estrella a no distraerse en amores que pudieran restarle operatividad en el campo.
Se casaron el 4 de julio de 1999 en un castillo de Irlanda. Siendo ambos ya muy populares puede comprenderse el interés que despertaron en las revistas del corazón. Conforme pasaban los años ambos desarrollaron otras actividades: David reclamado para ser eso que llaman "imagen" de grandes marcas, deportivas o no, porque ha anunciado bebidas y un montón de productos ajenos al fútbol. En tanto Victoria se convirtió en diseñadora y empresaria de moda. Los dos continúan siendo una especie de iconos, "influencers" como dicen los cursis últimamente pudiendo decir en español sencillamente influyentes. Lo otro será más chic, piensa uno. La notoriedad, beneficiosa en términos generales, a veces causa a algunos personajes imprevistos incidentes. Los Beckham no se libraron, viviendo en un barrio residencial en Inglaterra dotado con extremada vigilancia, en Hertfordshire, de estar a punto de ser secuestrados.
La forma de aparecer en público de Beckham ha sido objeto muchas veces de curiosos comentarios: "se soltó el pelo" hace tiempo, sin importarle el qué dirán, cuando usaba pareos, pero no en la playa; o se pintaba las uñas como un "punk". Adornándose el cuerpo con joyas o bisutería, según encontrara a mano lo más sugestivo, y extravagante. Y qué decir de su llamativo calzado. Claro que cuando lo hemos visto de etiqueta, con esmoquin o con terno de calle, su elegancia queda en seguida expuesta. Se cuida, tiene buena percha. Con fama de derrochador, pues acumula vestuario y zapatos, rivalizando con su mujer en ello. Y como amén de famoso es fotogénico, aceptó aparecer en algunas películas, en lo que se llama "cameos".
Victoria no se queda atrás, al fin y al cabo cuando cantaba con su grupo musical ya daba la nota. Le gusta el negro; este verano hemos contemplado imágenes suyas con un modelito mini, de ese color, adquirido en una tienda de Zara. Le favorece el negro, cierto. No se priva de calzar unos sugestivos botines, de cubrir sus ojos con maxigafas, llevar camisas sastre…
Que se quieren, no hay duda: veinticuatro años ha celebrado este matrimonio hace dos meses. David, luce tatuajes por su cuerpo. Uno, muy especial, con una leyenda hebrea (su madre es judía) con esta inscripción: "Yo soy de mi amada y mi amada es mía".
Victoria Adams nunca ha ocultado sus celos, consciente de que su guapo marido despierta sensaciones cuando se cruza con alguna mujer que llame su atención. Ana Obregón fue una de ellas. Una noche de 2003, recién llegado a Madrid para incorporarse a la plantilla del Real Madrid, se conocieron en el hotel Santo Mauro, donde el jugador se hospedaría hasta que le encontraron una vivienda. Por su parte, Ana ocupaba una habitación unos días mientras su hijo se había ido de vacaciones con su padre y no quería estar sola en su casa. Total: futbolista y actriz durante varios días se saludaban sin que hubiera nada más que cortesía. David Beckham la invitó una noche a cenar. Ana lo encontró sencillo, humilde, descubrió que se comportaba bien con sus hijos… Se retiraron, cada uno a su habitación. Pero un amigo del jugador la llamó por teléfono para decirle que si ella se desvelaba, David dejaba la puerta de su habitación abierta. Y eso sí que fue causa de que no pegara un ojo en toda la noche. Pero aun así, procuró calmarse. Cenaron muchas más noches en aquel mes de agosto. Hasta que ella sucumbió, subiendo a la "suite" de David: "Sentí sus labios calientes y dulces, y me di cuenta de que hacía siglos que nadie me besaba, que nadie me abrazaba". Pero no pasaron de ahí. Recordó la escena con esta frase: "Nadie se puede imaginar lo que me costó separarme de él y escapar de aquella noche mágica".
Beckham insistió otro día, pero Ana le dijo: "Mejor que no". Una docena de reporteros esperaban a las puertas del hotel muchas jornadas para captarlos en amor y compañía. Lo cierto es que no acabaron ninguna noche en la cama, exceptuando aquella velada de morreos. Lo anecdótico es que dos meses después Victoria Adams, ya viviendo en Madrid con David, fue a un gimnasio, precisamente el que frecuentaba Ana Obregón. Y a gritos, en inglés, la insultó, diciéndole si perseguía a su marido, a Beckham, para salir en el ¡Hola! y hacerse famosa a costa de él. "¡Ten cuidado conmigo!", la amenazó. Y Ana, muy serena, le replicó en español: "Quien se pica, ajos come".
La retirada del fútbol de David Beckham se produjo en mayo de 2013 cuando jugaba en el París Saint-Germain. Se establecieron tiempo después en Miami, donde él adquirió un equipo de fútbol, el Inter. Nada que ver, como supondrán los aficionados, con el de Milán. Días atrás, por cierto, se ha visto a Beckham junto a otras dos leyendas, Zidane y Messi. Con éste se relaciona muy a menudo, acompañados por sus dos esposas, Victoria y Antonella. Son casi inseparables.
La fortuna de los Beckham ha sido estimada el pasado año en 450 millones de dólares. Su popularidad, no ha descendido.

