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Los 80 años de Joan Manuel Serrat, honrado en Harvard un año después de retirarse

Joan Manuel Serrat se retiró hace ahora un año y ha sido, a sus 80, honrado en la universidad de Harvard.

Joan Manuel Serrat se retiró hace ahora un año y ha sido, a sus 80, honrado en la universidad de Harvard.
Joan Manuel Serrat y Candela Tifon. | Gtres

Ha transcurrido exactamente un año, desde la noche del 23 de diciembre de 2022, cuando en el Palau Sant Jordi de Barcelona, Joan Manuel Serrat cumplió con su anunciada, mucho tiempo atrás, retirada de los escenarios. Ochenta años cumple este día 27, del último mes del año. Conociéndolo, nadie podría pensar que haya permanecido brazo sobre brazo sin hacer nada, disfrutando de lo que el término jubilación significa. Sólo que en casos como el suyo ha existido, sí, una fecha de caducidad para sus actuaciones, pero no para su vida creativa: ha seguido, a ratos perdidos si se quiere, escribiendo letras, buscándole la música apropiada. Y, además, viajando para recibir honores en instituciones culturales. Con tiempo para dedicárselo a su mujer, con quien lleva casado cuarenta y cinco años, a sus tres hijos y sus nietos.

En este pasado otoño se desplazó al centro PEN de Alemania, donde le entregaron en su sede de la ciudad de Darmstadt el premio Hermann Kesten, en recuerdo de toda una carrera de cantautor que ha durado cincuenta y siete años. Y más recientemente, en noviembre, invitado por el Instituto Cervantes, realizó un largo viaje a los Estados Unidos con el encargo de dar una conferencia en la Universidad de Harvard. Fue en el teatro Farkas Hall. Habló sobre su vida y su obra musical y al término intervino en un animado coloquio con profesores y alumnos. Ciertamente casi todos de habla hispana. No es secreto para nadie que no canta ni compone en inglés: su obra es cultura bilingüe en castellano y catalán. Y a través del primer idioma citado es cómo ha divulgado su amplísimo repertorio por todos los países donde se habla español. En México y Argentina, principalmente, es donde se le considera un ídolo para tres generaciones. Cuantos secesionistas y separatistas se empeñan en anular la enseñanza de la lengua cervantina para imponer la de mosén Jacinto Verdaguer, cometen amén de una villanía un craso error: el catalán lo hablan siete millones de personas; el castellano, seiscientos millones. Que le pregunten a Lluis Llach si su desde luego meritoria obra se conoce en tierras americanas. Lo contrario que le sucede a Joan Manuel Serrat.

No hay colegas del autor de "Mediterráneo" que hayan recibido tantos e importantísimos honores y galardones como él. Hubo un tiempo, los de mediados años 60 en adelante, que cultivaron la canción protesta, algunos recurriendo a textos panfletarios. En la discografía serratiana, en cambio, prevalecen unas letras poéticas a través de las que Joan Manuel evocaba historias cotidianas, canciones costumbristas y tiernas y, por qué no, algunas otras de contenido social. Musicó poemas de Antonio Machado, Miguel Hernández y otros autores destacados.

De familia modesta: padre lampista de profesión, catalán barcelonés, madre ama de casa, aragonesa de Belchite. Hasta su juventud vivió en un barrio obrero a las faldas de Monjuich, en la Ciudad Condal. Estudió con becas. Iba a ser torneo fresador, luego perito agrícola hasta que concluyó sus estudios en la Universidad tarraconense en tercero de Ciencias Biológicas, atrapado por su vocación cantautora. Integrado en los Els Setze Judges y en la discográfica Edigsa que sólo se ocupaban de divulgar la lengua catalana mediados los años 60, decidió grabar en solitario a partir de 1968 sus primeras composiciones en castellano. Aquello fue considerado traición por quienes creían a Serrat sólo "uno de los suyos", los empecinados nacionalistas. Y él, respetuoso al máximo con la cultura catalana, declaró ser bilingüe por su familia. La madre, Teresa, decía: "Yo soy de donde comen mis hijos". Por eso Juanito, como era llamado en la intimidad, supo siempre estar del lado de los charnegos, y defendía las causas de cuantos en Hispanoamérica llevaban la carga de ser mestizos.

Conocidísima es la biografía artística de Joan Manuel Serrat. Sus composiciones superan el medio millar. "Las hay buenas – reconocía – y otras malas, pero de no haber sido por estas últimas, no hubiera podido hacer aquellas".

Serrat tuvo amores de juventud cuando comenzaba a disfrutar las mieles del éxito. Bromeaba: "Yo me hice cantante por eso, para acercarme a ellas cuanto pudiera y tocarles el trasero". Eso no lo habría dicho ahora porque las feministas se lo hubieran afeado. Está registrado en una entrevista grabada. Ya en su madurez, reconocía: "El amor me ha tratado bien". La prensa rosa tardó tiempo en facilitar la identidad de algunas de esas mujeres que llegaron al corazón de Serrat: la mayoría eran de paso. Sólo, que se conocieran de verdad, hubo muy pocas que se puedan contar con los dedos de una mano.

La modelo Mercedes Doménech fue la primera en aparecer relacionada con él. Cuando en mayo de 1969 tuvo un hijo de Joan Manuel, Queco, el cantante se resistió cuanto pudo para impedir que la noticia apareciera en la prensa, pero los semanarios desplegaron sus páginas para contar el acontecimiento. Un discreto Serrat comprendió la labor de los reporteros, nunca los amenazó. Desde luego, en las entrevistas doy fe, por las muchas que le hice, que procuraba confesar pocas cosas de su intimidad y, aún así, lo hacía con periodistas que le merecieran su confianza. Siempre se lo agradecí. No era un tipo frívolo que por publicidad se amparara en las publicaciones del corazón. Lo que le honra.

Aceptó responsablemente su paternidad, dio sus apellidos a Manuel, que así se llama el primogénito, conocido ya dicho como Queco, preocupándose de los gastos que acarrearían su educación y alimentación. Y siempre ha estado en contacto con él.

De esas relaciones superficiales, tuvo una con la modelo danesa Susan Holmquist, bella mujer a la que dedicó en su primera época la canción "Conillet de vellut" (en castellano "Conejito de terciopelo"). Se abstuvo siempre de contar a los periodistas las destinatarias de otras de sus composiciones románticas. Con el tiempo pudo saberse que "Tu nombre me sabe a yerba" estaba inspirada por Marisol, con quien estuvo relacionado una larga temporada. No siempre podían coincidir por sus respectivas obligaciones, pero yo pude enterarme en un viaje a Barcelona que convivían en un apartamento de Joan Manuel junto al estadio del Barça. La pareja no quiso nunca aparecer junta en público. Pasados los años supimos por boca del propio Serrat lo mucho que se querían, pero él no se decidió a unir su vida a la de la estrella malagueña, como era el sueño de ésta, la muy querida Pepa Flores.

También Lolita se enamoró apasionadamente del "Nano", como los amigos íntimos llamaban a Serrat. Había una diferencia de edad entre ambos. Él conocía a Lola Flores y a Lolita la trataba como si fuera una hermana menor. Decepcionada Lolita creyó luego estar enamorada de Paquirri, pero tampoco éste quiso nada serio con ella mientras se encamaba con Bárbara Rey.

Serrat siempre fue un hombre sincero con las mujeres que lo amaron. Y no quiso tampoco comprometerse con otra belleza llamada Charo Vega, nieta de la legendaria bailaora Pastora Imperio. En un verano de aquellos años, los sorprendí en Marbella. Estaba claro cuando los veía muy acaramelados si no había ningún fotógrafo a la vista, que cuando cruzaban sus miradas podía comprenderse cómo se deseaban. La familia gitana de Charo no estaba dispuesta a que aquel romance prosiguiera, si no existía un compromiso fijo de la pareja. Y cada uno, siguiendo siendo amigos, se fue por su lado.

Y la que iba a ser el amor definitivo del cantautor catalán apareció en su vida cuando él regresó de un autoexilio desde México, en 1976. El encuentro con Candela Tiffón se produjo en una reunión de amigos, exactamente en un apartamento de la Residencia en la Universidad de Barcelona. Ella estudiaba por aquel entonces. Se casaron en la intimidad civilmente en 1978. Hija de quien presidía la Feria de Muestras de Barcelona, empresario de una importante industria, Catalana de Gas, en una fábrica donde trabajó como operario precisamente el padre de Serrat.

Lo que podía entenderse en otro tiempo y circunstancias como boda entre descendientes de dos familias, una de condición burguesa y acomodada y otra de obreros, ya no suponía para ellos ningún obstáculo.. Por entonces, Joan Manuel no era el Juanito de una infancia humilde en un hogar donde no sobraba nada, sino un afortunado y admirado cantante con un patrimonio muy elevado, en razón a sus conciertos y discos. Se considera que ha derivado sus múltiples ganancias en inversiones inmobiliarias sobre todo. Posee casas en Barcelona (reside en Pedralbes, zona de las más caras de la ciudad), y en la zona Olímpica; una en Madrid (en las cercanías del Palacio Real), apartamentos en Bagur, Arenys de Mar en la Costa Brava y en Mahón, donde veranea con los suyos, en Cala Rata. Menorca es para Joan Manuel su refugio de paz y silencio, donde ha compuesto buena parte de sus canciones. Además, de hace bastantes años, es propietario de una finca en Camprodón, provincia de Gerona.

A sus ochenta años, Joan Manuel Serrat se siente contento con la vida que ha llevado, las muchas gentes conocidas en sus viajes. Con Candela, familiarmente llamada Yuta, encontró a la mujer paciente que supo comprenderlo. Y si él viajaba largo tiempo en sus giras por España y el extranjero, supo siempre aceptar la espera. Las dos hijas del matrimonio han desarrollado sus profesiones sin apoyarse en el apellido paterno. Lo mismo que les sucede a sus nietas. De esas descendientes hay una actriz (que ha recibido plácemes en la prensa madrileña por un estreno teatral en la compañía de Nuria Espert), y una cantante. Para todos ellos, el marido, el padre, el abuelo es un ser al que quieren tanto como lo admiran.

A Candela, no le compuso nunca una canción, al menos es lo que él afirma: "Ella está por encima de todo". Sobre si alguna vez pueda tener ganas de reaparecer como los veteranos toreros, Serrat ha sido tajante: "Ya no tengo necesidad de subirme a un escenario, no me produce felicidad".

El pasado 12 de diciembre la SGAE (Sociedad General de Autores de España) le concedió la Medalla de Honor. Presente estaba su mujer, tan discreta siempre como orgullosa de cuanto significa su marido en la historia musical. "Las canciones son la vida – dijo Joan Manuel Serrat – Me siento feliz que hayan acompañado a la gente y las hayan hecho suyas a su manera. Me la conceden porque soy viejo. Estoy contento de haber llegado hasta aquí y de poder todavía subir las escaleras".

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