
Hacía tiempo que una gira no generaba tanta expectación y hay que reconocer que Luis Miguel ha cumplido con lo que se esperaba. Casi dos horas de concierto, una y tres cuartos, para ser exactos, han demostrado que está en plena forma y que se siente a gusto en los escenarios españoles. Y más con Paloma, su novia y una de las artífices de su éxito en lo personal, acompañándole entre bambalinas. Porque la cordobesa, una vez más, sabedora de que si se sentaba en el patio de butacas iba a desviar la atención, decidió quedarse en el backstage.
No así las dos hijas de Paloma, que corearon las canciones del Sol de México desde las dos primeras filas, bajo el cuidado de María Margarita Vargas, madrina de la pequeña, y su marido, Luis Alfonso de Borbón. A su lado estaban amigos de Paloma como Rosa Clará, la creadora de la marca de vestidos de novia con la que colabora Paloma, o su amiga íntima Estrella Morente. Y una fila más atrás, Pastora Soler, Luis Fonsi con su esposa la guapísima Águeda Soler, las siempre amables Remedios Cervantes y Alicia Ors, artífices en buena medida de la buena imagen de Luis Miguel en España, El periodista Roberto Gómez y su mujer, Esmeralda Escolar o el humorista Miguel Lago, uno de los mayores admiradores del cantante, que coreó todas sus canciones y que incluso se vistió con un traje y zapatos blancos para imitar al artista.

Con unos minutos de retraso, Luis Miguel ha irrumpido en el escenario de la Plaza de Toros de Los Califas para delectación de los más de nueve mil quinientos fans que llevaban esperando desde 2018 para ver al cantante en España. Córdoba y un coso taurino. Toda una declaración de intenciones teniendo en cuenta que, de un tiempo a esta parte, el cantante es noticia porque su corazón está ocupado por una cordobesa, Paloma Cuevas, y que antes de él perteneció a un torero, Enrique Ponce. Dicen que tiene tal querencia a la ciudad que incluso estaría pensando en comprarse allí una casa. Lo que sí es seguro es que esta ciudad andaluza se eligió para comenzar la gira por expreso deseo de Paloma. Según nos ha confirmado Isabel Albás, teniente alcalde del municipio, fue la propia Paloma la que llevó a cabo las conversaciones para que saliera adelante. El Ayuntamiento de la ciudad ha patrocinado el espectáculo aportando 100.000 euros que van a llevar el nombre de Córdoba por todo el mundo, como hemos visto en los titulares de muchos medios internacionales.
Lleva ya años Luis Miguel sin publicar una canción nueva. Pero no le hace falta. Su público quiere escuchar sus clásicos. Al ritmo de "No culpes a la noche", el artista, con su habitual traje y corbata negras (Ermenegildo Zegna, Armani, Tom Ford, sus clásicos), pisaba el escenario e iniciaba el concierto que inaugura su gira española sin sorprender (hemos visto docenas de vídeos del tour) pero sin defraudar. Luis Miguel es el Rey Sol, el experto en hacer que esa mezcla de movimientos entre elegantes y espasmódicos no resulten excesivos. Y de lo que no cabe duda es de que es superdotado en cuanto a su voz. No le ha fallado ni una sola vez y la ha suplido con su fantástica sonrisa blanca cuando el sonido no era perfecto. Porque además de cantar dirige con su mano derecha a la orquesta.

El repaso por su repertorio clásico va desde "Amor, amor", "Suave", "Culpable o no" (dicen que José Manuel Calderón se inspiró en el propio cantante y una de sus rupturas amorosas en este tema) o "Te necesito". Todas ellas prepararon al público, en pie desde la primera canción, para después abordar el reventón romántico de "Por debajo de la mesa" de Armando Manzanero. "Y es que no sabes lo que tú me haces sentir", coreaba la afición pensando en Paloma, siempre discretísima en este tipo de lances. Y ni una sola palabra dirigida al público, ni un "gracias" ni un "buenas noches Córdoba". Es implacable, y ni siquiera en Córdoba ha hecho una excepción.
Luego vinieron "No sé tú", "Solamente una vez" o "Somos novios", bolerazos en los que el artista se siente comodísimo, o el crooner que también le sale del "Come Fly With Me" de Sinatra. Y después vino el éxtasis mariachi, con el patio de butacas ya rendido, para interpretar "La fiesta del mariachi" o "La bikina", probablemente la canción más coreada de todo el espectáculo.

Y no hubo bises, porque Luis Miguel no los ha hecho en toda la gira y no iba a hacer una excepción. Unos minutos antes de terminar el show, su "troupe", formada por los amigos de Paloma que ahora son sus amigos, abandonaron el patio de butacas rumbo al Hotel Palacio de Bailío, en el que celebraron el éxito con una cena. Sevilla, próxima parada.