
Liza Minnelli cumplió setenta y nueve años el pasado 12 de marzo. Todavía es recordada como una estrella, digna sucesora de unos padres que pertenecieron a la época de oro de Hollywood: Judy Garland y Vincente Minnelli. Ha vivido momentos felices como actriz y cantante. Recibió premios importantes, más por culpa de su desdichada adicción a las drogas (lo mismo que llevó a la tumba a su madre) su vida también ha corrido peligro. Aquel estribillo de la canción "Salud, dinero y amor" se le puede aplicar a ella, en sentido negativo. Puede que su patrimonio, sin ser muy elevado, le permita estar despreocupada. Pero su salud no la ha recuperado del todo y en el amor, todo han sido desdichas y no ha podido conseguir el sueño de su existencia: ser madre. Ahora bien: ella trabaja, no quiere estar ociosa, sabe que ya no es una estrella, tiene proyectos… En cuanto a sus cuidados, confiesa: "Trabajo en mi recuperación todos los días".
Quienes pertenecen como Liza Minnelli a una dinastía artística conocen desde la niñez la gloria, la desdicha, la vida de los cómicos. Y ella con sólo ocho años ya aparecía junto a su madre en los escenarios neoyorquinos de Broadway. Empezaba a cantar, a bailar, a gesticular y a hablar si era necesario ante el público. Con dieciséis, se fue de casa, instalándose en Nueva York. Ser artista era su ambición. Lo había mamado en su hogar. Un documental de Movistar Plus+, "Liza Minnelli, absoluta suerte real", fue estrenado el pasado 26 de abril. Un recorrido con imágenes de toda una vida que ya casi alcanza ocho decenios.
Liza Minnelli siempre ha tenido en su mente la figura de quien la trajo al mundo. Judy Garland fue una artista genial. Se cuenta que cobró una miseria por su película "El mago de Oz", que es pura historia de aquel cine que atrajo no solo a los niños sino a familias enteras. Lo productores se enriquecieron, en cambio.
Transcurría 1949 cuando Liza debutó al lado de su madre en el espectáculo "En aquel viejo verano". En noviembre de 1964 encabezaban ambas la cartelera del London Palladium, Liza con dieciocho años. Judy Garland, en el ocaso de su carrera, víctima de su mala vida. Se decía que padecía celos de su hija. Puede que fuera únicamente un mero bulo. Aunque ella era consciente de que su aurea estelar había descendido mientras Liza parecía destinada a ser su heredera en el mundo del espectáculo. Aquel concierto en la capital británica fue el adiós de Judy a los escenarios. Fallecería en junio de 1969 contando sólo cuarenta y siete años, consumida por las drogas, las sobredosis de barbitúricos que tomaba a todas horas. Triste decir que era un guiñapo quien había sido una artista extraordinaria, admirada en todo el mundo.
Ocho días se pasó Liza llorando por la muerte de su madre. Juró que nunca caería en los vicios de ella. No cumplió. Pero ¿qué la llevó a su descenso a los infiernos de la droga si como artista llegó a lo más alto, dentro de sus posibilidades?
Sus primeros pasos los dio como bailarina. El gran coreógrafo Bob Fosse la ayudó en sus comienzos. Y para cantar con sentimiento, Charles Aznavour fue su maestro. Hay que interpretar con el corazón, vino a decirle el veterano armenio-francés. Actuaron juntos, grabaron el "medley" "Lovers", formando una pareja sensacional. No olvidemos aquella gira que Liza hizo con Frank Sinatra y Sammy Davis Jr. Y "Cabaret". De 1972, la película que le permitió ganar un Óscar. También el musical de Martin Scorsese, uno de sus amantes, "New York, New York", donde cantaba y bailaba a la vez brillantemente.
En esa década de los 70 del pasado siglo Liza Minnelli era una estrella total. "La novia de los Estados Unidos" la llamaban. Un icono cultural para gente de su generación. Más cine, más galas sobre todo, viajes por medio mundo… Para luego caer en el peligroso mundo de quienes padecen drogodependencia. Se la veía muy alegre tantas noches como frecuentaba la discoteca de moda "Studio 54" de Nueva York, junto a celebridades del mundo del espectáculo. La cocaína corría casi de mesa en mesa, o bien discretamente sus consumidores visitaban los cuartos de baño para emprender un "viaje" de unas horas a través del engañoso efecto de una maldita felicidad.
Liza Minnelli tampoco gozaba de una buena salud. Pasó por un cáncer de mama, dos implantes de cadera, tres veces operada de sus rodillas, la amenaza de terminar sus días sentada permanentemente en una silla de ruedas, tres abortos espontáneos… Dolores físicos, depresiones mentales. ¿Se puede vivir así y no pagarlo caro? Fue el precio de Liza Minnelli cuya celebridad se iría apagando conforme terminaba un siglo, llegaba otro, cuando ya otras estrellas del cine y la canción le disputaban desde hacía tiempo la cima del éxito de la que ella había descendido por su propia culpa, no porque ya no reuniera condiciones artísticas. Sus visitas a centros de rehabilitación se hicieron constantes. Su amiga Liz Taylor le recomendó uno de ellos, porque también padeció esas adicciones.
Y en ese proceso autodestructivo se concentraban asimismo sus fracasados matrimonios. El primero, en 1967, con Peter Allen, que acabó enfermo de Sida. Liza perdió un niño, quedando incapacitada para ser madre. Divorciada el 1974, su segunda boda sucedió en 1974, con el productor y director Jack Haley Jr., que era hijo de quien fue coprotagonista con Judy Garland en "El mago de Oz". Estuvieron casados hasta 1979. El escultor Mark Gero se convirtió en su tercer marido el año 2002, hasta que tarifaron en 1992. Diez años más tarde David Gest, promotor de conciertos, fue su nueva pareja. Vivió un infierno, según contó ante un juez, porque Liza, cuando estaba borracha, algo que se repetía a menudo, le atizaba a él. ¿No podía defenderse y hacerle cambiar de actitud? Parece que no, fuera o no un varón enemigo de toda suerte de violencia. Y él fue quien cerró la lista de esos cuatro infortunados enlaces.
Por supuesto que Liza vivió aventuras fuera del matrimonio. Una de ellas, que ya citamos, con el director italo-americano, especializado en películas sobre la Mafia, Martin Scorsese. Y otras con el cotizado y atractivo divo de la danza Mijail Baryshnikov, el cómico británico Peter Sellers y quien quizás hizo mejor pareja con ella, Desi Aznar Jr. Y no parece que fuera del todo feliz con ninguno. "Yo he necesitado siempre ser amada", dijo una vez. Debió añadir que sin conseguirlo.
Hemos llegado al punto final del relato, a la actualidad de Liza Minnelli, a la que no se ve mucho en eventos artísticos. En la Gala de los Óscar de 2022 apareció en silla de ruedas empujada por su buena amiga Lady Gaga. Francamente, dio pena a cuantos la vieron en ese estado, aunque ella no paraba de sonreír, con esa mandíbula tan propicia a ello que tiene. Y es que quien ha ganado todos los galardones importantes para una actriz (el Óscar, Emmy, Tony, Grammy) en reconocimiento a su talento de actriz de cine, televisión y música, no es del agrado de nadie verla necesitada de la ayuda ajena.
Prepara un documental sobre su vida, al margen del emitido, como decíamos, por la cadena Movistar. Y un disco. Abierta dice estar para si la quieren contratar en el cine o en algún escenario. Produce un "show" musical en un teatro de Nueva York. Y bromea con el periodista que se interesa por su inmediato futuro con esta frase: "Estoy otra vez en la cima del mundo". Por soñar, que no quede. Vivir del pasado, de los bellos recuerdos, es el recurso de cuantos en el presente tratan de subsistir en un mundo en el que ya sus oportunidades parecen agotarse, mientras les dan de lado aquellos que ayer jaleaban sus éxitos.

