
Se ha casado Cañita Brava. Pero ese "matrimonio" ha sido una farsa este verano, muy de acuerdo con la personalidad de este singular cómico gallego, cuyo verdadero nombre es el de Manuel González Savín, de setenta y nueve años, que se hizo muy conocido cuando aparecía en el programa nocturno de televisión "Crónicas marcianas".
Pero ¿quién es este curioso personaje de setenta y nueve años nacido cerca de La Coruña, en Las Jubias, que viene siendo protegido por Santiago Segura en sus películas, sobre las aventuras del detective Torrente?
Buscando personajes "frikis" los responsables del programa de televisión "El semáforo" dieron con él, quien popularizó una canción titulada "Ya vienen los pastores". Espacio de gran audiencia que presentaban el catalán Jordi Estadella y la francesa Marlene Morreau. Y en "Crónicas marcianas" también hizo gala de su peculiar humor, imposible de clasificar, mezclando palabras inconexas, inventadas supuestamente como si fueran de otros idiomas. Esas interpretaciones musicales, por supuesto alejadas de cualquier parentesco con una partitura, llevaban nombres que ya anticipaban sus letras grotescas: "La pichina", "El indio cheiroko", "Espikinllú"… Aseguraba que todas las componía él, sin ayuda de nadie.
En sus monólogos, de los primeros, relató a su modo y manera las incidencias de un partido de fútbol histórico, el del España-Malta, cuando el once nacional venció doce goles a uno a su contrincante. Desternillante parlamento el de quien ya llevaba este nombre por bandera: Cañita Brava. ¿De dónde lo sacó? De una pieza a ritmo de merengue titulada "Caña Brava", que muchos intérpretes la han llevado a su repertorio, por ejemplo Julio Iglesias.
Otro de sus números conocidos fue el de "El fugitivo", historia llevada a la televisión y luego al cine acerca de un personaje perseguido por el FBI acusado de un crimen que no había cometido. Tal y como Cañita Brava contaba esas peripecias lo llevaban a esperpénticas conclusiones. Solía en esos monólogos incluir frases de su propia cosecha, como la de "Me cago en el pan con queso", cuando no recurría a un vocablo creemos galaico, lisca, que significa fuera de aquí.
Santiago Segura lo eligió en el reparto coral de "Torrente. El brazo tonto de la ley". No así en la siguiente secuela. Pero sí en la continuación de la saga. Ahora mismo, cuando aquel dirige un nuevo argumento de ese personaje cutre metido a investigador privado, Cañita Brava tiene un papel destacado: el de Ministro de Cultura. A priori, muy acertado si lo comparamos con el actual ocupante de esa cartera, que pasará a la historia por su inanidad junto a la tirria que le producen las corridas de toros.
Cañita Brava tiene agente artístico como cualquier otro actor-cantante. No obstante sus buenas temporadas con galas suficientes para ir tirando, pasó por malos momentos, a punto de caer en la indigencia. Santiago Segura lo salvó alguna vez procurándole seguir siendo "el Antoñito" de la saga "Torrente". Mas alguna culpa tuvo el interfecto al arriesgar sus ahorros por su adicción al juego.
Y llegamos al suceso de su "boda", que así puede calificarse, de la que ‘La Voz de Galicia’ se hizo eco titulándola con el adjetivo surrealista. Todo sucedió en Ardemil, lugar cercano al pueblo gallego de Ordes, organizado por un grupo de gente que desde hace cuatro años se lo pasa pipa con sus eventos. Montaron una ceremonia nupcial como si fuera auténtica: "cura" de mentirijillas, más de un centenar de invitados, "lunch", baile… Y la presencia, claro está, de los novios. Él, Cañita Brava, vestido de manera informal luciendo una camisa blanca. ¿Y la novia? Ana de nombre, ignoramos el apellido, trabajadora en una empresa de transporte de autobuses. Ambos se prestaron al "casamiento", no sabemos si gratuitamente o percibiendo algo a cambo.
El sitio donde tuvo lugar tan absurda, no irreverente, ceremonia, fue en la nave industrial del dueño de un bar del antes mentado Ardemil. Cortaron la tarta "los contrayentes" una vez acabado el banquete, que contó con churrasco como plato principal. Lanzaron Cañita y Ana el ramo de flores tradicional recogido por quien pudiera ser la próxima "novia" del sitio.
Volviendo a los organizadores, éstos son unos cachondos que anualmente les da por preparar fiestas que llamen la atención, como la de un otoño en el que montaron un cocido vecinal cuyos invitados debían dar buena cuenta ¡a las nueve de la mañana!. Claro está que lo de esta "boda" de Cañita Brava ha tenido más repercusión. Tanto es así que el cuitado se la ha tomado en serio y a lo mejor se ennovia de verdad con la tal Ana. Por ahora permanece soltero. Más por confesión propia hemos sabido que estuvo a punto de casarse. Pero su pareja falleció en accidente de coche.

