
Álex González, uno de los actores más destacados de la televisión y el cine español, visitó el pasado jueves El Hormiguero para compartir con la audiencia detalles de su vida personal y su nueva película, La sospecha de Sofía, basada en la novela homónima de Paloma Sánchez-Garnica. Con una sonrisa que refleja su inconfundible carisma, el actor se sentó frente a Pablo Motos para hablar de sus últimos proyectos, sus desafíos profesionales y los secretos detrás de su éxito en la pantalla.
Su nuevo papel ha supuesto un reto físico que no tenía nada que ver con exigencias del guion, sino que él mismo se lo autoimpuso. "No me lo pidió nadie, pero venía de rodar una serie en República Dominicana, morenito, en forma, súper sano… Pensé que para mis personajes, que uno había pasado mucho tiempo en la cárcel y el otro llevaba una vida muy poco sana, necesitaba adelgazar bastante", confesó. "Perdí diez kilos, lo hice a lo bestia, sin nutricionista ni nada, comiendo algunos días solo un kiwi, dejando de entrenar. Lo hice muy mal, pero me programé tres meses sabiendo que tenía una fecha de fin", añadió.
El físico le está dando varios quebraderos de cabeza al actor este año, ya que hace apenas 10 días se operó la nariz y no por estética, sino por su afición al boxeo, para poder respirar mejor. Además, tal y como detalló en el programa Es Cine (esRadio) el pasado mes de junio, se rompió el hombro durante el rodaje de la serie Ladrones: la Tiara de Santa Águeda.
"Hay un momento que tenemos que hacer un porté como en Dirty Dancing. Lo intentó y se rompió el hombro", apuntó Silvia Alonso, su compañera de reparto. "Hay una cosa en el hombro, que yo no sabía que existía, que se llama labrum, que es como el menisco en la rodilla. Lo tenía roto y no lo sabía. Lo intentaba una y otra vez y siempre me fallaba el brazo derecho, hasta que ocho meses después descubrí que tenía el labrum roto", relató.

