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Nueva York, la ciudad de los mil museos

La oferta cultural de la Gran Manzana es apabullante, sobre todo por su espléndida colección de museos, una de las mejores del mundo.

La oferta cultural de la Gran Manzana es apabullante, sobre todo por su espléndida colección de museos, una de las mejores del mundo.
La fachada del Museo Guggenheim | Ed Schipul/Flickr

Las compras, los monumentos, la intensa vida neoyorquina, los rascacielos, Chinatown, la belleza de sus parques… muchas son las razones que explican la atracción que Nueva York ejerce sobre viajeros de todo el mundo y entre ellas una muy importantes es la impresionante oferta cultural de la ciudad: conciertos de todos, música clásica incluyendo ópera y ballet, galerías de arte y, sobre todo, una colección de museos a la altura de las mejores del mundo, sólo comparable con las de Londres, París, Madrid o Roma.

Hay varias peculiaridades, además, que hacen aún más interesante un viaje cultural a la Gran Manzana: en primer lugar la variedad de museos: de arte, de arquitectura, científicos, modernos, más antiguos…; en segundo lugar la amplitud de las colecciones, que cubren todas las épocas del arte y la historia, desde la prehistoria hasta la más rabiosa vanguardia; y en tercero, los diferentes formatos: desde la institución gigantesca que es el Metropolitan hasta los museos nacidos de una colección personal.

Imprescindibles

El Metropolitan Museum of Arts, conocido popularmente como el "Met" es probablemente una de las instituciones culturales más importantes del mundo y es una auténtica maravilla para el viajero, no sólo por la riqueza inabarcable de sus colecciones –no hay época ni zona del mundo que no esté representada- sino también por la espectacularidad con la que está presentada: ¿dónde si no se puede encontrar un templo egipcio en una gran sala acristalada con vistas a Central Park? ¿Dónde puedes asomarte al patio de un castillo español traído y montado piedra a piedra dentro del edificio?

Y, por supuesto, colecciones de pintura o escultura de una brillantez difícilmente igualable y con las que, probablemente, sólo el Prado puede competir con ciertas garantías: de Velázquez a Picasso pasando por Monet o Van Gogh, no hay gran maestro que no esté en el Met.

Hay también museos que son en sí mismo una obra de arte, es el caso sobre todo del famoso Guggenheim de Frank Lloyd Wright, uno de los edificios más hermosos y radicalmente originales jamás proyectados. La colección en su interior es también más que interesante –Kandinsky, Chagall, Modigliani, otra vez Picasso- y las exposiciones temporales, expuestas en la maravillosa espiral de Lloyd Wright suelen ser espectaculares.

Pero si quieren encontrarse con lo mejor del arte de los siglos XIX y XX el lugar es, sin duda, el famosísimo Museum of Modern Art (MOMA), el lugar en el que disfrutarán de Pollock, de Las señoritas de Avignon –quizá el cuadro más importante de la pasada centuria- y, especialmente, de uno de los lienzos más bellos y conmovedores que jamás se han pintado: la Noche estrellada de Van Gogh. Sólo por ese cuadro vale la pena no ya ir al MOMA sino todo su viaje a Nueva York.

En la mansión

Probablemente el gran desconocido de los museos neoyorquinos es la Frick Collection, y eso a pesar de que es uno de los más deliciosos: a una colección que tiene maravillosos cuadros de Turner o Vermeer se une, de nuevo, el propio edificio: la impresionante mansión que el magnate del acero Henry Clay Frick se hizo construir en pleno Manhattan que se conserva prácticamente igual que cuando el coleccionista vivía en ella.

Pero si es cuestión de encanto, probablemente el museo más encantador y sorprendente de la ciudad es The Cloisters, una colección de nada más y nada menos que claustros medievales, instalados piedra a piedra en un entorno idílico entre bosques al norte de Manhattan. Inesperado, tranquilo y sorprendente, un paseo por la Edad Media de Europa en pleno Estados Unidos.

Los españoles tenemos una visita casi obligada en pleno Harlem: la Hispanic Society es un pequeño pero encantador museo en el que podrán encontrar las obras de gran formato de Sorolla que pudimos ver en España no hace mucho además de varios Velázquez y un impresionante Retrato de la Duquesa de Alba de Goya.

Nuestro recorrido, que aunque pueda parecerles lo contrario es un rapidísimo resumen, podría acabar en el Museo de Historia Natural: popularizado por las películas de Ben Stiller es un auténtico paraíso de conocimiento para niños y mayores, desde los dinosaurios hasta el espacio, lleno de actividades y espectaculares montajes.

Ya lo saben, si piensan en cultura y arte… también están pensando en Nueva York.

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