Para comer en La Alvaroteca te podrían poner una camisa de fuerza para que te hagas una idea nada más entrar de lo que está a punto de suceder. Que te explote la cabeza y los sentidos con la propuesta gastronómica que el chef Álvaro Ávila, que ha recibido el "Premio al mejor chef novel" en los VI Premios Gastro&Cía organizdos por La Razón, te tiene preparada desde el corazón de Málaga, una ciudad que ha crecido en los últimos años en términos culinarios y de ocio.
La Alvaroteca, ubicado en el número 38 de la malagueña calle de Gerona, es la locura de Álvaro y quiere que cada comensal enloquezca con él en un ambiente desenfadado y un local dividido en dos zonas. Una de ellas, revestida de madera, que da a la cocina y en la que puedes ver al chef y su equipo trabajar; y la otra, con un pequeño jardín vertical que rodea el nombre del restaurante y unos murales grafiteros que revelan la esencia de un local que no deja indiferente a nadie.
Este restaurante está pensado para ponerse en manos del cocinero, eso que la gastronomía japonesa llama omakase, y dejarte sorprender por un suculento menú que te hará disfrutar de esta revelación y revolución de la gastronomía malagueña. Creatividad, técnica y una impecable presentación se funden con un servicio maravilloso que harán que disfrutes de la velada.
Para empezar, un trío de esferificaciones de aceituna con Aceite de Oliva Virgen Extra que te explotan en la boca revelando todo su sabor.
La rebeldía de Álvaro en la cocina te lleva por un sin fin de sabores, aromas y texturas en una cocina tradicional aderezada con toques vanguardistas. Así llega un espectacular gunkan de ortiguitas de mar con huevo y una lámina de jamón de bellota Dehesa de los Monteros. El chef reinterpreta a continuación los huevos rellenos de su abuela con un muy buen buñuelo de tinta relleno de gambas de Garrucha al pilpil con mayonesa de kombu y ketchup de sus cabezas.
Además, acompañado por un champán Henri de Verlaine Brut todo sabe mejor, como la ostra de Normandía nº2 con leche de tigre de coco, un broche final para unos entrantes de lujo.
La nueva Alvaroteca surge tras el confinamiento ya que, como me cuenta el chef, antes el concepto del restaurante era más de raciones para compartir. Pero tras un período de reflexión decidió darle una vuelta al menú y ofrecer esa propuesta de carta blanca. Todo un acierto.
Álvaro sigue deleitándonos con su técnica y buen hacer con una tosta de arroz negro, anguila ahumada, ali oli y perlas de wakame. Es como comerse un delicioso bocado de arroz negro con las manos.
Para un paisano de Lerma, me llena de orgullo que la última parte del menú venga con un muy buen vino blanco Colina Triste D.O. Arlanza, un homenaje al 50 aniversario de la película El Bueno, el Feo y el Malo. El icónico cementerio de Sad Hill está en el pueblo burgalés de Santo Domingo de Silos y que es visita obligada para los fans de la mítica película.
Otro muy buen plato es el arroz con costra de gambas de Garrucha y panceta Joselito que el chef se acerca a la mesa para terminar de prepararlo. Perfecto el punto del arroz, con gran sabor y la maravilla de encontrarte con trozos de la panceta y degustar unas espectaculares gambas de Garrucha, joya gastronómica de Almería.
Antes de pasar a la carne degustamos una muy buena lubina de anzuelo con pilpil de boletus, manzana y alga codium, cuyo sabor se asemeja al del percebe. Lo que se dice un plato redondo.
Las albóndigas de jabalí al estilo thai es simplemente una explosión de sabor. Con una riquísima carne, muestra una vez más del producto de primera calidad con el que trabaja Álvaro, y con una salsa que combina a la perfección. Por último, un plato, el tiro al pichón, con una curiosa presentación que efectivamente parece que la escopeta de foie que está en el plato ha matado al pichón y lo ha salpicado de sangre. Un guiño divertido para otro muy buen plato.
Junto a una copa de sidra de hielo Valverán, llegan dos postres. Los petit fours de trufa de chocolate y una mousse de pera y mojito. Por último, la gallina que quiso ser huevo. Un trampantojo muy rico de un huevo de chocolate blanco relleno de maracuyá sobre una cama de pasta kataifi que simula el nido del huevo. Se acompaña con un helado y trocitos de oreo para que todo junto se asemejen a unos huevos estrellados, pero dulces y con muy buen sabor.
Sin duda merece la pena visitar La Alvaroteca para disfrutar con familia, amigos o pareja de una cocina que aúna tradición e innovación y que no deja indiferente a nadie. Prueba de ello es que en el rato que estuvimos cenando, todos los comensales que se iban daban las gracias al chef por el servicio y el menú ofrecido. Un menú que aunque esté abierto te recomiendan que en cuanto empieces a estar lleno pidas que paren y sabes que sólo tendrás otros dos platos más que el chef ya está preparando. El ticket medio del restaurante es de 50€ aunque con el menú entero se puede extender un poco más.
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