Enoturismo entre paisajes de película en el corazón de Ribera del Duero (con yincana incluida)

A orillas del río Duero, en la provincia de Burgos, se extiende uno de los territorios vinícolas más prestigiosos de España: la Ribera del Duero. En este escenario natural salpicado de cepas retorcidas y pequeños pueblos sobre un horizonte de película, se encuentra Bodegas Monteabellón, en el pequeño pueblo de Nava de Roa, donde la tradición vitivinícola lleva décadas arraigada.

Fundada en el año 2000 por la familia García, es el resultado de varias generaciones dedicadas al cultivo de la vid en una ubicación inmejorable, junto a la N-122, entre Peñafiel y Aranda de Duero, en pleno corazón de la Ribera, donde la variedad tempranillo es la reina.

Un enclave privilegiado

La ubicación de Monteabellón no es casual. El viñedo se encuentra a diferentes altitudes que oscilan entre los 760 y los 970 metros sobre el nivel del mar. Esta variedad de alturas, junto con la riqueza de suelos, que incluyen arenas, arcillas, calizas y gravas, permite elaborar vinos con gustos muy distintos, aportando complejidad y matices diferentes. Inviernos fríos, veranos secos y calurosos, y marcadas diferencias térmicas entre el día y la noche.

Monteabellón cultiva unas 175 hectáreas de viñedo propio, repartidas en diferentes parcelas situadas en el término municipal de Nava de Roa, lo que les otorga un control total sobre el proceso, desde la cepa hasta el embotellado.

La crianza de sus vinos se realiza en barricas de roble de las cuales un 70% son de roble Francés y 30% de roble Americano. Todo el proceso se realiza de manera completa en sus instalaciones, desde la recogida de la uva, la crianza, el embotellado hasta el etiquetado.

Visita enoturística: un viaje para los sentidos

En Bodegas Monteabellón se ha apostado por el enoturismo abriendo las puertas de sus instalaciones al público, ofreciéndoles la posibilidad realizar visitas guiadas, tomar un vino en el wine bar y hacer catas. El edificio, moderno y funcional, se integra perfectamente en el paisaje castellano y en el propio pueblo. Los visitantes pueden recorrer las instalaciones y conocer de cerca todo el proceso de elaboración del vino, desde la recepción de la uva hasta la crianza en barrica y el embotellado final.

Las visitas también incluyen paseos entre los viñedos, catas comentadas y, en muchos casos, maridajes con productos locales como quesos, embutidos y aceite de oliva de la región.

Monteabellón no es solo vino; es también un homenaje a la tierra, a la historia y a las gentes que durante siglos han trabajado estas lomas y valles. Su nombre hace referencia a un pequeño monte cercano cubierto de encinas y robles, símbolo del arraigo a la naturaleza y a las raíces familiares.

El Mirador de la Blanquera y una yinkana

204 hectáreas de viñedo forman parte del alma de Monteabellón. Un entorno que ofrece al turista un regalo en forma de vino y de terruño, ya que es posible observar, en una experiencia en primera persona, los diferentes tipos de tierra de la propiedad de la bodega.

Otra de las experiencias de enoturismo más destacadas es subir hasta la Finca la Blanquera, a 950 metros, y echar un vistazo al precioso valle mientras se realiza una cata con un aperitivo.

Si aún fuera suficiente experiencia vinícola y turística, la bodega acaba de estrenar una propuesta diferente: ‘la inmersión en el terroir’. Se trata de una yincana en la que, por equipos, los visitantes tendrán que ir superando distintas pruebas, todas ellas relacionadas con el vino y la naturaleza y dirigida también a familias con niños. Un plan atípico y didáctico.